En la cesta de la compra hay un artículo muy común
que sigue generando una gran controversia sobre su impacto ambiental: el tetrabrik. Este sofisticado envase de
30 gramos
de peso, compuesto de un 75% de
cartón, un 20% de
plástico y un 5%
de aluminio, aglutina alrededor suyo tanto a críticos como a defensores.
A
pesar de su innegable utilidad para conservar alimentos líquidos perecederos
sin refrigerar y sin conservantes, o de la especial eficiencia de su forma geométrica para ser
transportado, a este envase se le sigue mirando mal a menudo en los pasillos
del súper por sus dificultades para ser reciclado una vez que se vacía y se
tira a la basura.
Y es que este producto comercializado por la empresa Tetra Pak puede estar formado hasta
por seis láminas distintas de
materiales: dos iniciales de polietileno, una de aluminio, otra de polietileno,
la más gruesa de cartón y una última más de polietileno. Capas muy
distintas difíciles de separar.
Desde Tetra Pak Ibérica se incide en que este envase
de cartón sí se recicla, para lo que basta que el ciudadano lo deposite en
el contenedor amarillo.
La compañía especifica además que son principalmente dos las plantas que se
ocupan de ello: las de Stora Enso y Alier. Y, según datos de
2008 de la empresa que gestiona estos residuos, Ecoembes, se estaría reciclando ya el 45% de los
tetrabriks consumidos en el país, unas 61.470 toneladas.
¿Cómo se lleva a cabo el reciclaje de estos envases
multicapa? “Nosotros
reciclamos ahora unas 50.000 toneladas al año que vienen de España, de Portugal
e incluso del sur de Francia”, explica Juan Vila, consejero delegado de la fábrica de cartón
reciclado de Stora Enso en
Castellbisbal, a unos 20
kilómetros de Barcelona, que da detalles concretos de
cómo se realiza este proceso: “Separar el cartón con agua para reaprovecharlo
es sencillo, en cuanto al resto, la
mezcla de polietileno y aluminio, lo que se ha hecho hasta ahora es enviarlo a
vertedero”.
“Hemos invertido 7 millones de euros
en un proyecto para poder aprovechar en brevetambién el aluminio
y el polietileno”, destaca el representante de esta fábrica barcelonesa. “Se
hace por medio de pirólisis: se calienta los
restos de estos dos materiales a 400 grados de
temperatura para que el polietileno se parta y se transforme en diferentes
gases que se utilizan para producir vapor en la fábrica, y de esta forma se
consigue separar el aluminio”.
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