El uso de agroquímicos en
la agricultura es una actividad frecuente para controlar las plagas que acechan
a los cultivos a lo largo de las campañas, con el fin de obtener la menor cantidad posible de pérdidas económicas en la producción.
“La
aplicación de productos químicos en cultivos que se destinan tanto a la
exportación como al mercado interno está regulada por la legislación nacional
de cada país para el cuidado de la salud pública
y se rige según los parámetros de toxicidad aguda (la
dosis letal 50) y crónica (el nivel sin efecto toxicológico observable, el
nivel mínimo de efecto adverso observable y el límite máximo de residuo)”,
explican desde la Cátedra de Protección
Vegetal de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).
Los límites máximos de residuos son la
cantidad máxima de residuo permitido por ley que puede admitirse en un alimento
y se determina toxicológicamente por la ingesta diaria admisible (IDA), es decir, la cantidad máxima de un compuesto que ingerido diariamente durante
toda la vida no ofrece riesgos apreciables para la salud humana.
“Se determina en función
de la toxicidad del producto para la persona y la proporción en que ese
alimento está en la dieta media. Una persona puede
consumir un alimento todos los días de su vida, con un nivel igual o menos al
LMR y no se verá afectada su salud”, explicó el Senasa.
Además, el
modo de utilización adecuado para minimizar el riesgo para la salud de los
consumidores es el que siguen las Buenas Prácticas
Agrícolas:
- Elegir el producto menos tóxico.
- Tratar los cultivos solo cuando sea necesario.
- Respetar las dosis recomendadas.
- Respetar los tiempos de carencia y de reingreso.
El
cumplimiento con los valores de los parámetros legislados indica que un
producto químico se usó correctamente, y si bien exceder
el LMR no significa que exista un riesgo para los consumidores, el
incumplimiento de la ley impide la comercialización de los alimentos.
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