SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 14 de septiembre de 2018

La limpieza de los océanos es posible gracias al invento de Boyan Slat de 24 años de edad.

Una enorme tubería flotate fue remolcada en las aguas de la bahía de San Francisco, en los Estados Unidos, en el lanzamiento de un gran operativo para limpiar el océano de desechos plásticos.

El 8 de septiembre fue el día “D” de un proyecto que inició en el año 2013 siguiendo la iniciativa del joven holandés Boyan Slat, de 24 años, y que fue denominado “The Ocean Cleanup”.
La tubería de 600 metros de longitud en forma de U permitirá atrapar las montañas de basura de plástico que contaminan el agua, empezando por la franja del Pacífico situada entre California y Hawai.
El armado de todo el aparato comenzó en marzo en el puerto de Alameda, frente al skyline de San Francisco. Y actualmente, tal como estaba programado, fue remolcado más allá del famoso puente Golden Gate hacia mar abierto, a unos 500 kilómetros de la costa.

El objetivo es el remolino de basura del Pacífico norte, conocido también como isla o gran mancha de la basura en ese océano.
La zona se ubica en uno de los mayores giros oceánicos del mundo (un sistema de corrientes marinas rotativas) donde se registran concentraciones muy altas de plástico suspendido y otros desechos atrapados en las corrientes.
Los científicos del proyecto “The Ocean Cleanup” y de diversas universidades hablan de 1,8 billones de partículas de plástico, y eso sólo en el sector más contaminado del Pacífico, que se extiende en una superficie de 1,6 millones de kilómetros cuadrados.

El aparato flotante, del que cuelga una especie de telón de tres metros de profundidad en el agua, avanzará por la alfombra de plástico para ir recogiendo la basura. Después esos desechos serán trasladados por barcos, una especie de camiones de basura de los mares, a instalaciones en tierra firme donde serán tratados, según el proyecto del joven inventor.
Su creador tuvo la idea con tan sólo 16 años, mientras buceaba en Grecia. Allí se dio cuenta de que en el agua había “casi más plástico que peces”. Entonces comenzó a buscar financiación y consiguió los medios y el apoyo de numerosas universidades y empresas para su proyecto millonario. La central del proyecto se ubica en Delft, una ciudad holandesa cerca del Mar del Norte, donde fueron testeados los primeros prototipos.

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