La agricultura orgánica, también denominada como agricultura biológica o simplemente agricultura ecológica, es un tipo de agricultura que se caracteriza por no usar en sus procesos ningún tipo de elemento artificial.
Es decir, se evitan el uso de productos químicos sintéticos (producidos en laboratorio de manera artificial por el ser humano) en todos los elementos de su productos, tanto en lo referente a los pesticidas como en los abonos. Así mismo, la agricultura orgánica también se caracteriza por usar solo semillas naturales.
Es decir, semillas que no hayan sido modificadas genéticamente en laboratorio. De esta forma, se trata de una agricultura que se desarrolla del mismo modo que lo hacían las agriculturas tradicionales y de un modo completamente natural.
La agricultura orgánica presenta diversas ventajas respecto a la agricultura convencional. Por un lado, al ser una agricultura que prescinde tanto del uso de productos químicos sintéticos como de semillas modificadas genéticamente, resulta mucho más respetuosa con el medio ambiente. Esto se aprecia en dos aspectos fundamentales.
Por un lado, al no usar productos químicos sintéticos, se evita la contaminación del suelo y del ecosistema. Al usar productos químicos sintéticos en forma de pesticidas, se daña la totalidad del ecosistema donde se utilizan.
De hecho, uno de los principales problemas que tienen este tipo de pesticidas sintéticos es que acaban tanto con los insectos malos para las cosechas como con los buenos, por ejemplo los insectos polinizadores como las abejas. Por otro lado, al prescindir del uso de semillas modificadas genéticamente, no se pone en riesgo el entorno y el ecosistema al introducir especies que, incluso desconociendo sus efectos a largo plazo, son completamente ajenas a la biodiversidad autóctona de la región donde se ubican los cultivos.
Así mismo, más allá de las ventajas que tiene la agricultura orgánica para el medio ambiente, también cabe mencionar las ventajas que tiene para la salud humana. Al tratarse de productos naturales, no contienen los ya mencionados productos químicos sintéticos. Estos productos son perjudiciales para la salud humana. De hecho, aunque se usen en pequeñas dosis, consideradas como "seguras" por los organismos oficiales, eso no significa que sean sustancias inocuas al organismo humano.
Un ejemplo de cómo afectan estas sustancias cuando son ingeridas lo encontramos en el daño que pueden producir en la microbiota del intestino, especialmente sensible a este tipo de sustancias como pesticidas o abonos sintéticos.
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