Anton Szandor LaVey, llamado el “Papa Negro”, fundó
un individualista culto basado en el desprecio del cristianismo.
Uno de los personajes más
enigmáticos del siglo XX fue Anton Szandor LaVey, fundador de la Iglesia de
satán y denominado por muchos como el Papa Negro. LaVey nació en Chicago,
Illinois, el 11 de abril de 1930, bajo el nombre de Howard Stanton Levey, del matrimonio
conformado por un padre ruso y una madre ucraniana que habían emigrado a
Estados Unidos en 1893. Poco tiempo después de nacer su familia se trasladó a
California, donde pasó los primeros años de su infancia. Ya en su adolescencia,
LaVey abandonó la escuela secundaria para unirse al circo, primero como
trabajador y luego como músico tocando el organillo y como domador de leones,
trabajando posteriormente como organista en bares, salones y clubes nocturnos
de California.
LaVey
pronto se aburriría de su vida de músico y se trasladaría a San Francisco donde
presuntamente trabajó durante un tiempo como fotógrafo para el Departamento de
Policía de esa ciudad, comenzando después sus primeras incursiones en el mundo
del ocultismo como investigador psíquico para la policía. Lavey pronto
comenzaría a ganar fama a través de sus pesquisas e investigaciones
paranormales y actuaciones en directo como organista, atrayendo a conocidas
personalidades y celebridades de San Francisco, con las cuales comenzó a
reunirse los viernes por la noche en unas esotéricas reuniones semanales
conocidas como el “círculo mágico”. Los miembros de esta especie de secta,
fascinados por las novedosas ideas de Lavey, le plantearon que éstas
constituían la base perfecta para fundar una nueva religión.
De ese modo,
durante la noche del 30 de abril de 1966, fecha en la que en Europa se celebra
la noche de Walpurgis o Noche de las Brujas, Lavey ritualmente se afeitó la
cabeza, declaró la fundación de la Iglesia de satanás y proclamó 1966 como el
“Anno satana”, vale decir, el primer año de la era de satanás. Tras fundar la
Iglesia de satanás, los periódicos “Los Angeles Times” y el “San Francisco
Chronicle” ya hablaban de LaVey como “El Papa Negro”. Y como un verdadero
antiPontífice, LaVey comenzó a presidir bautismos satánicos y funerales
satánicos, presentando incluso un álbum musical titulado “La Misa Satánica”.
En las postrimerías de los años
LaVey también
asistió en 1968 al estreno de la mítica película de terror “Rosemary’s baby”
(“El bebé de Rosemary”), la famosa cinta dirigida por Roman Polanski que
convirtió a este excelente director polaco en una celebridad en el mundo del
Séptimo Arte. Según se comentaba entre bambalinas, LaVey era amigo personal de
Polanski, y habría supervisado todas las escenas relacionadas con satanismo que
aparecen en la película. Incluso, según algunos, se le puede ver brevemente
haciendo un “cameo” en la pesadilla en la que el diablo copula con Rosemary
para engendrar a su hijo, rodeados de una multitud maléfica.
Según
confesara el mismo Anton LaVey, sus principales influencias ideológicas se
remontaban a la filósofa y escritora Ayn Rand, fundadora del objetivismo;
Friedrich Nietzsche, el filósofo alemán que proclamó que Dios estaba muerto; el
ocultista inglés Aleister Crowley; el periodista, crítico social y
librepensador norteamericano H.L. Mencken y el escritor Jack London, de los
cuales estudió sus escritos para elaborar los rituales de su Iglesia de Satanás
y “La biblia satánica”. Sus libros, entre los que destacan, además de “La
biblia satánica”, “La bruja satánica” y “El libro de notas del diablo”, que
venderían más de medio millón de copias en todo el mundo y le proporcionaron
una gran fama, le valieron ser objeto de atención de numerosos artículos en
medios de comunicación de todo el mundo, incluyendo algunas revistas muy
populares y algunos programas de televisión. En los últimos años de su vida, el
“Papa Negro” publicó algunos discos como “satan takes a holliday” (“satán se
toma un feriado”), a pesar de que LaVey siempre mostró un claro desprecio por
los que “oyen más el rock and roll de lo que leen La biblia satánica”.
Anton LaVey
falleció finalmente el 29 de octubre de 1997 en el Hospital de Santa María, San
Francisco, de un edema pulmonar. Su hija Karla, quien era gran sacerdotisa de
su secta, informó en ese momento a la prensa que su padre había dejado
establecido que en su tumba se debería poner el siguiente epitafio: “Sólo
lamento las veces que he sido demasiado amable”. Sin embargo, para evitar que
sus restos fueran utilizados en eventuales rituales satánicos, el cadáver de
LaVey fue incinerado y sus cenizas fueron eventualmente divididas entre sus
herederos, como parte de un acuerdo debido a que supuestamente poseían un gran
poder oculto.
La iglesia de satán y la
“filosofía” de LaVey
Contrariamente
a lo que pudiera pensarse, la filosofía de Anton Lavey y los postulados de su
iglesia difieren bastante de lo que se conoce comúnmente como satanismo (vale
decir, hacer sacrificios o venerar a la figura del diablo). Anton LaVey parte
acusando al cristianismo de ser una plaga en la tierra que atemoriza, reprime y
no deja pensar a millones de personas, basándose en los postulados filosóficos
del filósofo alemán Friedich Nietzsche, negando de paso la figura del diablo o
satán como una entidad real y descriptible, tal como lo ven las creencias
populares, judeocristianas y prácticamente todas las religiones. LaVey en sus
escritos acusa al cristianismo de haberse aprovechado de esta idea para
atemorizar a la gente, convirtiéndola de paso en su mayor benefactora en la
Tierra. De ese modo, considera a satán simplemente como la representación de la
inteligencia y la humanidad en la Tierra, basándose en su descripción original
que hay en la Biblia, cuando satán era un ángel de Dios que pensaba por sí mismo
ante de rebelarse contra Dios, cuando su nombre era “Luzbel” (que significa
“portador de luz”) y no satán, nombre que significa “adversario” y que se le
dio después de su caída del cielo y de ser desterrado al infierno.
El
satanismo de LaVey y su iglesia de satán (una entidad que está reconocida
legalmente en Estados Unidos) rechaza la noción de una dualidad entre el bien y
el mal y ve al mundo desde un punto de vista relativista, donde todo está
permitido y nada puede ser prohibido, pues todo es “humano”. Además, promueve
valores como la indulgencia, el orgullo y la justicia, renegando en todo el
momento del cristianismo e incluso de los sacrificios y profanaciones que los
grupos llamados satánicos suelen realizar (según LaVey, éstos satanistas serían
tan “estúpidos” como los mismos cristianos, al jugar el mismo juego que ellos,
sólo que del otro lado de la balanza).
La biblia satánica de LaVey
La biblia
satánica de LaVey, como se mencionó anteriormente, no reconoce la existencia de
satanás como un ser real, sino como un símbolo que representa el materialismo.
En su introducción, de hecho, advierte al lector que el “peso de las reglas de
hipocresía ya no son necesarios, siendo la hora de volver a aprender la ley de
la selva”. Este libro asegura también que lucifer, el portador de la luz, el
espíritu de la iluminación, se hizo sinónimo de maldad a través de las
enseñanzas cristianas. Y exalta la lujuria sexual por encima del amor
espiritual, afirmando que éste no es más que una farsa, declarando de paso que
la violencia sólo se debe resolver con violencia y que el amor al prójimo es
una irrealidad utópica.
La
biblia satánica de LaVey considera las preocupaciones cristianas por el
siguiente mundo espiritual como un subterfugio y a la piedad como un signo de
debilidad. La vida cristiana, para sus acólitos, es un “encuentro incoloro,
inodoro e insípido con el estancamiento y el aburrimiento”. Por ello, la
perfección personal y la exploración de los misterios más profundos de la vida
sólo puede conseguirse apelando al carácter sensual de la humanidad.
La biblia satánica de Anton LaVey enumera nueve
declaraciones que definieron el satanismo para una nueva era:
1. satán representa complacencia, en lugar de
abstinencia.
2. satán representa la existencia vital, en lugar
de sueños espirituales.
3. satán representa la sabiduría perfecta, en lugar
del auto engaño hipócrita.
4. satán representa amabilidad hacia quienes la
merecen, en lugar del amor malgastado en ingratos.
5. satán representa la venganza, en lugar de
ofrecer la otra mejilla.
6. satán representa responsabilidad para el
responsable, en lugar de vampiros psíquicos.
7. satán representa al hombre como otro animal,
algunas veces mejor, otras veces peor que aquellos que caminan en cuatro patas,
el cual, por causa de su “divino desarrollo intelectual”, se ha convertido en
el animal más vicioso de todos.
8. satán representa todos los así llamados pecados,
mientras lleven a la gratificación física, mental o emocional.
9. satán ha sido el mejor amigo que la iglesia
siempre ha tenido, ya que la ha mantenido en el “negocio” todos estos años.
Anton LaVey, según algunos estudiosos de sus
escritos, marcó una nueva tendencia en el satanismo, ya que creía firmemente en
los derechos e intereses individuales y animaba a las personas a ser los dueños
de su propio destino, fomentando “un nuevo tipo de espiritualidad”. Hoy, La Vey
no sólo es recordado como el “Papa negro”, sino que también como el “abogado
del diablo”.
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