- El bosque de mayor concentración de esta especie patagónica se
enfrenta, en las últimas décadas, a los impactos del cambio climático, las
erupciones volcánicas y el avance de especies exóticas.
- Cerca de 900
ejemplares jóvenes, sin embargo, han sido plantados en los últimos tres
años para rejuvenecer el Parque. Los indicadores de sobrevivencia superan
el 90 %.
Entre
arrayanes, Aldana Calamari confirmó su vocación. En
Calamari
recuerda que a inicios del siglo, cuando empezó a conocer cada rincón del
Parque, el ecosistema lucía muy distinto. “En aquellos años, narra, la realidad
del parque era otra. Estaba mucho más sano. Hoy sufre un deterioro ambiental.
Se evidencian muchos claros”.
Después de
recorrer y trabajar en diversas áreas protegidas, el destino la trajo de vuelta
a los bosques andino-patagónicos. Hoy, precisamente, desde el Área Forestal del
vecino Parque Nacional Nahuel Huapi, colabora para un proyecto que tiene como
meta reforestar el parque de Arrayanes, el lugar que conserva el recuerdo de
sus inicios como guardaparques.
En la última década el deterioro del bosque se hizo
evidente. Copas enteras de arrayanes (Luma apiculata)
se secaron y las zonas áridas empezaron a multiplicarse. Las principales
razones de esta degradación vienen de la misma naturaleza. Se registraron
veranos muy secos, altas temperaturas y lluvias muy escasas, un cóctel que
generó un serio estrés hídrico. Los termómetros empezaron a marcar cifras por
encima de los 30 grados, inesperadas para una zona austral.
“Es notable
como en un breve lapso de años, cuenta Calamari, ha cambiado el clima. Los
veranos no suelen ser lluviosos, pero sí están decayendo las precipitaciones.
Antes pasaban unos días y llovía. Ahora hay veranos donde puede transcurrir un
mes sin que caiga ni una gota”.
El regreso de los arrayanes
Estos árboles
alcanzan dimensiones y edades únicas. Árboles de
Y por ello
los especialistas del parque nacional emprendieron hace una década un proyecto
que busca revitalizar el bosque respetando los patrones genéticos. Fue un
trabajo que requirió de mucha paciencia. Los resultados obtenidos, sin
embargo, marcan un horizonte esperanzador para la expectativa de vida de
la especie.
Hasta 1971,
la península de Quetrihué formaba parte del Parque Nacional Nahuel Huapi (el
más antiguo en Argentina). Tras una serie de evaluaciones, se consideró
necesario darle autonomía a la sección donde era predominante la presencia de
una especie. Los arrayanes, árboles de la familia de las mirtáceas, requerían
manejos y atenciones particulares.
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