SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



miércoles, 4 de abril de 2018

Las adicciones dañan no sólo la vida de quienes las padecen, sino también destruyen la de su entorno más cercano.

Los narcotraficantes, distribuidores y toda su organización deben ser juzgados por DELITOS de LESA HUMANIDAD, ya que sus narcóticos causan torturas, matan y destruyen a familias, barrios, ciudades y países enteros através de sus malditas drogas.

Las adicciones dañan no sólo la vida de quienes las padecen, sino también la de su entorno más cercano. Familiares y amigos sufren a la par. El abuso de las drogas irrumpen en la felicidad de un ser querido y duele ver, de cerca, la destrucción que generan a su paso. Las relaciones se desgastan y, muchas veces, la tristeza y la desesperación llevan a pensar que no hay solución para dar paso a la esperanza.

Sin embargo, frente a esta realidad existen diferentes caminos y alternativas para encarar el problema y salir adelante. Así lo afirman familiares que, de la mano de distintas organizaciones sociales, se animaron a pedir ayuda, recibieron el asesoramiento adecuado y lograron encontrar la manera de sobrellevarlo. Hoy ellos son testigos de que es posible recuperar la alegría y sanar los vínculos.

TESTIMONIO: A pesar de este dolor, asegura que valió la pena el esfuerzo y que es importante mantener viva la certeza de que se puede. Si bien Sonia y Pablo superaron este problema, no fue un camino fácil. Cuando él consumía drogas se iba de la casa y desaparecía por días. Ni bien Pablo volvía empezaban las preguntas y los reproches. La incertidumbre era tan grande que ella adoptó una postura de mucho control y se convirtió en una especie de juez de su marido, algo que no les hacía bien a ninguno de los dos.
"La soledad que se siente como esposa es muy grande porque estás llevando adelante sola toda la familia. Y si tenés hijos es el doble de pesado porque de alguna forma tratás de resguardarlos." Miles de veces se juró: hasta acá llegué, ésta es la última vez. "Me costó asumir que es una enfermedad latente y crónica. Así como se calma, también puede volver. Fue difícil aceptar que Pablo no lo hacía porque quería, era más fuerte que él., era algo físico y psíquico que no manejaba", las drogas se adueñaron de su cuerpo y alma, explica.

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