La
desaparición forzada se ha usado a menudo como estrategia para infundir el
terror en los ciudadanos. La sensación de inseguridad que esa práctica genera
no se limita a los parientes próximos del desaparecido, sino que afecta a su
comunidad y al conjunto de la sociedad.
La desaparición forzada se ha convertido
en un problema mundial que no afecta únicamente a una región concreta del
mundo. Las desapariciones forzadas, que en su día fueron principalmente el
producto de las dictaduras militares, pueden perpetrarse hoy día en situaciones
complejas de conflicto interno, especialmente como método de represión política
de los oponentes. Es motivo de especial preocupación:
·
El acoso de los defensores de los derechos
humanos, los parientes de las víctimas, los testigos y los abogados que se
ocupan de los casos de desaparición forzada;
·
El uso por los Estados de la lucha contra el
terrorismo como excusa para el incumplimiento de sus obligaciones;
·
La todavía generalizada impunidad por la
práctica de la desaparición forzada.
Debe prestarse también especial atención a
los grupos de personas especialmente vulnerables, como los niños y las personas
con discapacidad.
El 21 de diciembre de 2010, la Asamblea General ,
en virtud de la resolución A/RES/65/209 expresó su preocupación, en particular, por
el aumento de las desapariciones forzadas o involuntarias en diversas regiones
del mundo, como los arrestos, las detenciones y los secuestros cuando son parte
de las desapariciones forzadas o equivalen a ellas, y por el creciente número
de denuncias de actos de hostigamiento, maltrato e intimidación padecidos por
testigos de desapariciones o familiares de personas que han desaparecido.
Asimismo, la resolución acoge con
beneplácito la aprobación de la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las
desapariciones forzadas y decide declarar el 30 de agosto Día
Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, que comenzará a
observarse en 2011.
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