SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



sábado, 9 de agosto de 2014

Las copas para vino también tienen su historia, y se las queremos contar.

La historia del utensilio para beber líquido es tan antigua como la del ser humano. Al inicio, sólo unía sus manos para atrapar el agua de los ríos y lagos.
Al paso del tiempo pasaron por sus manos (y su boca) contenedores de diversos materiales: cuernos de animales, cascaras de fruta y/o trozos de madera ahuecados.
Como los hombres primitivos seguimos bebiendo
agua con las manos.
 
El descubrimiento del barro cocido amplió las posibilidades no sólo tener un contenedor para beber, al que casi de inmediato se le adaptó una agarradera sino también para almacenar agua, leche, miel, aceite, vino o algunos alimentos que luego colocaba sobre el fuego para cocinarlos.
Para el 3000 a. C los fenicios ya producían vino de estación y usaban una única copa para toda la familia que se colocaba a mitad de la mesa para uso de todos. Fabricadas bajo pedido, estas lujosas y pesadas, copas sólo podían costearlas las familias ricas.
Primeras copas o recipientes para vino  de fenicios y griegos.

En el antiguo Egipto las familias ricas ofrecían a sus invitados copas de vino, que podían tener diversas formas y materiales, desde el sencillo cuenco hasta sofisticadas copas de vidrio, cerámica, bronce, latón e incluso plata (según Génesis 44:2, 5 José tenía una copa de plata: Y mi copa, la copa de plata.). Para entonces los más pobres utilizaban copas de barro. Era normal ofrecer copas de vino al comienzo de las celebraciones o banquetes y se bebía también durante la comida (Génesis 43:34 Ellos bebieron y se alegraron en su compañía.).
Copa de Nestor

En el proceso de inventar copas destaca la llamada "copa de Néstor". Descubierta por el arqueólogo alemán Schliemann entre 1874 y 1876 en una de las tumbas de la antigua ciudad griega de Micenas. Se dice de la copa de oro, que pertenecía al rey Néstor (y tenia características similares a la descrita en la “Ilíada”), en forma de tronco cónico apoyado sobre un alto pedestal con dos asas que se unían en la base, y fue datada en el siglo XVI a.C.
Copa de Arquimedes
Un ejemplo de astucia e inteligencia lo ofrece la historia de “la copa de Arquímides” que cuenta que allá por el año 287-212 A.C. el gran científico de la antigüedad inventó una copa al rey para poder servir el vino en las fiestas, en la cual consistía en que la copa tenía un nivel máximo para contener el líquido, entonces si se rebasa el nivel se escapaba todo por un tubo en forma de U invertida y por efecto de las presiones hidrostática y atmosférica, logrando así controlar el consumo de vino tanto del rey como sus invitados.


Durante la edad de Bronce, la cultura Argárica (del sureste español) fabrico copas con arcilla cocida, y objetos característicos de los ajuares funerarios de la fase avanzada de dicha civilización. En la Roma antigua, el “modoliulus”, que era lo más parecido a la actual copa y tenía la medida de un tercio de ánfora. Otro diseño de vaso en particular, llamado “mastos” en griego, reproducía la forma del seno de una dama, y fue el primer diseño de lo que hoy llamamos copa para vinos espumantes.
La belleza del Renacimiento
 
Los materiales con se fabricó estos vasos y copas originalmente fueron varios: la cerámica y metal se vieron adornados por arabescos, cincelados o grabados sobre estructuras cada vez más complejas y diversas, que detallaban desde grandes acontecimientos hasta la vida íntima o cotidiana de las familias romanas.
La situación cambió con la aparición de la técnica de vidrio soplado, lo que permitió poseer copas similares y bellamente terminadas, aunque seguían siendo caras además de frágiles. Con el paso del tiempo bajo el precio del vidrio y de las copas.
Copa Madam Pompadur, se dice que fue creada
a imagen y semejanza de sus senos.
 
En el Renacimiento se produjeron diseños realmente espectaculares con nuevos materiales e incrustaciones. Durante el siglo XVII se cambia el vidrio por cristal, más brillante y maleable, de estructura porosa, formada en tres partes: pie o base, tallo o columna y cáliz o copa, proporcionando al bebedor no solo el placer de degustar un buen vino sino también creando una imagen de sofisticación y belleza.
Cristal de Murano, el vino es mas exquisito
cundo mas bella la copa.

Entre leyendas que rodean el personaje de la marquesa de Pompadour, amante del rey Luis XV de Francia, se dice que propició el consumo del champán en el rey, al cual le decía que la bebía porque sentía que aumentaba su belleza. Entonces el rey ordenó a sus artesanos crear una copa de champán modelada sobre el seno perfecto de la marquesa.
A fines del siglo XIX y principios del XX, estuvo de moda tallar las copas sobre cristales de colores. Sin embargo, los entendidos en el arte de beber sustituyeron progresivamente estas copas coloridas por otras incoloras, perfectamente transparentes en las cuales les era posible apreciar, el vino, que en latín significa "ver a través de".
De este modo se crearon copas especiales para cada tipo de vino: blanco, tinto, añejado, champagne, espumante y de postre.
Copas en la actualidad, la variedad es infinita
como asi su calidad.

En 1977 se certifican las copas de degustación. La forma, el grosor del cristal y hasta el color de la copa influyen a la hora de degustar el vino y en la percepción que tiene el catador sobre la bebida.
Probablemente la copa más famosa (y nunca encontrada) en el mundo sea la del “Santo Cáliz” (o Santo Grial). La mítica copa que uso Jesús en la “Última Cena” y a que se le atribuyen poderes sobrenaturales, tales como curar las enfermedades o proporcionar la vida eterna.

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