Aunque
la soja es una legumbre con numerosas virtudes nutricionales, y pilar de la
dieta en Asia, el consumo en forma de leche vegetal y tofu puede comportar
algunos efectos secundarios cuando se produce de forma excesiva.
El consumo de las llamadas “leches
vegetales” está en auge en Europa y se proyecta en el
nuevo mundo, especialmente la leche de soja. Según un estudio realizado por la organización de
conciencia alimentaria Proveg Internacional, un 43% de
europeos ya consume leches vegetales con regularidad en sustitución a la leche animal,
generalmente de vaca. De estas, la de soja es una de las mayoritarias junto a
la de almendras y la de avena.
De hecho estos datos se acercan al 50% de consumo
que se da en Estados Unidos, pero quedan lejos del 66%, que es
la cifra normal en las dietas asiáticas. Podemos entonces entender que los
riesgos de la soja sería mucho más evidentes en Asia si realmente el consumo de
su leche fuese perjudicial. No obstante, conviene introducir diversos matices,
puesto que en el consumo de los derivados crudos de la soja, como son la leche,
el tofu o los batidos de proteína de soja, intervienen factores como la edad
del consumidor o consumidora, el sexo o las cantidades.
Cuestión de edades...
En
primer lugar dejar claro que en principio y a corto plazo, el
consumo de leche de soja no tiene ningún riesgo si es moderado,
por ejemplo de unos 200 a 300 mililitros diarios, el equivalente a uno o dos
vasos llenos.
Incluso se
puede asegurar que a estas proporciones es saludable en
el caso de mujeres postmenopáusicas y hombres mayores de 50 años,
puesto que algunos estudios han vinculado la influencia de determinados
componentes de la soja -llamados fitostrógenos-
en el aumento de la densidad ósea y por tanto en la menor incidencia de la
osteoporosis. Así, se has visto que las personas que siguen una dieta asiática,
por ejemplo la japonesa, en la que la soja está muy presente, tienen menor incidencia de
este trastorno óseo.
También
se ha comprobado que cuando la presencia de los fitostrógenos en
la dieta japonesa se sitúa entre los 20 y 50 miligramos diarios,
el riesgo de padecer cáncer de mama entre las mujeres es entre cinco y ocho veces menor que en
Europa occidental, donde la media está en torno a un miligramo
diario. También se vincula a los fitostrógenos con una menor incidencia del
cáncer de ovario y de hecho, se los propone como una alternativa a la terapia
de estrógenos para aminorar los trastornos menopáusicos, en
los que los riesgos para la salud son superiores a los efectos.
También, al inhibir algunos fitostrógenos la absorción del yodo, el consumo excesivo de leche de soja puede
provocar un hipotiroidismo subclínicohipotiroidismo
subclínico que dé finalmente como resultado el trastorno en su
forma clínica, con síntomas como cansancio crónico, obesidad o bocio. Como
apunte final señalar que los fitostrógenos no se encuentran presentes en otros
derivados de la soja fermentados como el miso o el tempeh.
No hay comentarios:
Publicar un comentario