SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



miércoles, 30 de septiembre de 2020

ARGENTINA: En nuestro país se desperdician 16 millones de toneladas de alimentos al año.

 

Las hortalizas son la cadena en la cual se generan mayores pérdidas (42%). Consejos prácticos para aprender a comprar y consumir con mayor conciencia en casa.

 



En el mundo, hay 821 millones de personas subalimentadas, casi 19 veces la población argentina. También se tira un tercio de los alimentos que se producen, que equivalen a unas 1300 millones de toneladas anuales, y con sólo un cuarto de eso que se desperdicia sería suficiente para terminar con el hambre mundial. 




Los alimentos se desperdician a lo largo de toda la cadena suministro: desde el campo hasta el consumo, según diagnostica la Organización para la Alimentación de Naciones Unidas (FAO), y América latina y el Caribe representa el 6% de las pérdidas mundiales, con 127 millones de toneladas de alimentos al año, que equivalen a 223 kilos anuales per cápita
Según datos de la Secretaría de Agroindustria, en la Argentina se desperdician 16 millones de toneladas de alimentos anualmente. De estas, 14,5 millones corresponden a pérdidas (etapas de producción, almacenamiento, transporte y procesamiento) y 1,5 millón a desperdicio (comercialización y consumo). 



Las hortalizas son los alimentos en cuya cadena se generan mayores pérdidas y desperdicios, representando un 42,1% de la producción. “En los países de ingresos altos y medianos, los alimentos se desperdician en gran medida, lo que significa que se tiran incluso si aún son adecuados para el consumo”, señala Elizabeth Kleiman, asesora en Seguridad Alimentaria y Nutrición de FAO Argentina.

Por otra parte, en los países de ingresos bajos, se desperdician muchos menos alimentos en el consumo, pero se desechan durante las primeras etapas y las intermedias de la cadena.
Problemas durante la recolección, almacenamiento, embalaje, transporte y comercialización, deficiencia de infraestructura, falta de información, ineficiencias en los mecanismos de mercadeo y sistemas de precios, estándares estéticos demasiado exigentes y vacíos en los marcos institucionales y legales dan lugar a tamaño desperdicio de comida, según puntualiza el organismo de Naciones Unidas.



“En la cadena frutihortícola, por ejemplo, hay falta de tecnología para que los productores puedan mejorar su planificación en las cosechas, productos que se siembran por demás o no se planificó una cosecha teniendo en cuenta la demanda y eso genera excedente. Hay que planificar y acompañar con decisión política”, afirma Natascha Hinsch, directora de la Red Argentina de Bancos de Alimentos.

esde la ONG, trabajan junto con empresas para evitar que se tiren los alimentos que no tuvieron éxito comercialestán cercanos a vencer y no se vendieron, que fueron devueltos o, en el caso de las producciones de frutas y verduras, que se descartan por tamaño o color o que no tienen precio. El año pasado, rescataron alrededor 12 millones de kilos de comida, un 30% más que en 2017



“Hacemos una tarea de clasificación muy, muy seria, con muchos voluntarios”, explica Hinsch. Superada la fase, los alimentos se entregan a organizaciones sociales que están vinculadas al Banco, con quienes trabajan en educación nutricional en orden a que la comida llegue a las personas que la necesitan. “Esto requiere un camino de concientización muy fuerte y el trabajo de cada una de las empresas para revisar los procesos hacia dentro, que a veces son muy complejos y no favorecen esa cadena”, explica Hinsch. 

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