SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



domingo, 26 de junio de 2022

EL DATO de este DOMINGO: El telescopio que vera como nació la luz en el universo-

 

Se piensa que las primeras estrellas eran muy diferentes de las actuales. Tenían un tamaño 100 veces mayor que el Sol y estaban hechas de hidrógeno, el elemento más sencillo del universo. Emitían muchísima luz, pero vivían poco.



En apenas tres millones de años explotaban y sus restos esparcidos por el cosmos engendraban nuevas generaciones de estrellas. La carne, los huesos y el resto de órganos de todos los seres humanos están hechos de elementos fabricados por estrellas que estallaron en algún tiempo y lugar del universo. Mather y el resto de científicos del James Webb buscan la luz del primer ancestro de todas esas estrellas.

Ver el primer astro del universo es un reto tecnológico espectacular. Su destello ha pasado 13.700 millones de años viajando por el espacio hasta llegar hasta nosotros. Ahora es una debilísima radiación infrarroja invisible a los ojos humanos. El equipo internacional de ingenieros y científicos que ha construido el Webb ha tenido que idear el telescopio más grande, caro y complejo de la historia para captarla.



“Este telescopio será una revolución en todos los campos de la astrofísica”, resume Luis Colina, coinvestigador principal de España en el James Webb junto a su colega Santiago Arribas. Mientras habla al teléfono se escucha el estruendo de los cazas despegando, pues el Centro de Astrobiología (CAB) donde se encuentra la mayoría de científicos de nuestro país involucrados en el proyecto está muy cerca de la base aérea de Torrejón de Ardoz, en Madrid. “La atmósfera de la Tierra absorbe la mayor parte de la luz infrarroja que llega del universo. Además, todos los cuerpos que hay en la superficie emiten radiación de este tipo, por lo que quedas cegado si observas desde tierra. Al estar en el espacio, este telescopio se quita de en medio toda esa luz tan intensa y puede ver cosas muy, muy pequeñas en el universo lejano que ni imaginábamos que estaban allí”, resalta.



Hace unos días, Pablo G. Pérez González calculaba en su ordenador cuál será la galaxia más lejana que podrá ver el James Webb en su primer año de operación. Nadie lo sabe exactamente, pero el simple hecho de captar su luz tiene implicaciones casi filosóficas. ¿Existen aún las galaxias que emitieron la primera luz del universo o desaparecieron hace millones de años y no lo sabemos porque esa información no ha llegado hasta nosotros aún? “Todo depende de qué entiendas por existir”, explica el astrónomo del CAB y miembro del proyecto. “Para nosotros esas galaxias existen en este momento del espacio-tiempo. Lo que vamos a ver es una foto de cuando nacieron, pero están en una zona del cosmos tan lejana y desconectada a la nuestra que es posible que se hayan transformado en una galaxia mucho más evolucionada o en un agujero negro”, señala.

Para saberlo habría que esperar miles de millones de años a que la luz más reciente llegue hasta nosotros. Del mismo modo, añade Pérez, “es posible que en alguna parte del universo haya alguien viendo nuestra galaxia, la Vía Láctea, tal y como era al principio, justo cuando nació, en un tiempo en el que no existía la Tierra ni los humanos”.

Este telescopio no solo será el primero en ver las galaxias —agrupaciones de millones de estrellas— más lejanas y antiguas, sino que podrá localizar cientos de ellas. Pérez forma parte del equipo que usará el telescopio para hacer el primer censo de las galaxias más lejanas. Según sus cálculos, en el primer año el Webb podrá ver galaxias nacidas unos 200 millones de años después del Big Bang. El telescopio tiene una vida útil de 10 años durante la que tal vez alcance la ansiada primera luz de la que habla Mather, emitida unos 100 millones de años después.

Nikku Madhusudhan, astrónomo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), coordina uno de los proyectos más interesantes en el estudio de exoplanetas que se harán tras el inicio de operaciones: echarle un vistazo a K2-18b. “Es el planeta con más posibilidades de reunir condiciones aptas para la vida más allá de nuestro sistema solar”, resalta el astrónomo.

Este planeta es unas tres veces más grande que la Tierra y está a unos 110 años luz. Habría que viajar un siglo y 10 años a la velocidad de la luz para llegar hasta él, algo impensable para la tecnología humana. En 2019 se detectó agua en su atmósfera, un compuesto imprescindible para la vida en la Tierra. Nadie sabe qué hay en la superficie de este mundo lejano, pero el equipo de Madhusudhan ha hecho cálculos y piensa que puede estar totalmente cubierto de agua líquida: un mundo oceánico.

El James Webb es tan sensible que podrá ver la atmósfera de este planeta. Cada compuesto químico emite un rango de luz infrarroja, así que indicará si hay agua, metano, dióxido de carbono u otros compuestos con posible origen orgánico.

 

 

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