La paz
interior se ha convertido en un lujo. Vivimos en una sociedad convulsa que nos
“obliga” a llevar un estilo de vida demasiado agitado en el que no paramos ni
un segundo. Si nos descuidamos, nos veremos arrastrados por un torbellino de
tareas, la mayoría de ellas insignificantes, pero que no nos dejan ni un minuto
libre.
Estamos
tan imbuidos en ese ritmo frenético que a veces, cuando tenemos un poco de
tiempo para nosotros mismos, nos sentimos culpables. Culpables porque
deberíamos estar haciendo algo más productivo. Sin embargo, hay un momento en
que es necesario detenerse y decir “¡basta!”. Basta a las preocupaciones sin
sentido y al ritmo de vida agobiante. Basta a las presiones sociales, a todas
esas tareas sin sentido y a la persecución de la perfección.
Reencontrar
la paz interior es fundamental para nuestro bienestar y felicidad. De vez en
cuando es imprescindible relajarse un poco, tomar una pausa y reordenar
nuestras prioridades. Es un cambio que vale la pena.
He aquí algunas claves para adquirir paz interior:
Dedica tiempo a la
introspección:
Dedica
menos horas a los diarios y los noticieros y más tiempo a explorar tu interior.
Cuando permites que tu mente absorba la negatividad que transmiten la mayoría
de los medios, es muy difícil limpiarla. No se trata de crear una burbuja feliz
y artificial a tu alrededor, pero es conveniente que programes hábitos mentales
menos tóxicos y que te asegures de pasar tiempo a solas contigo mismo. No se
trata de dar vueltas a los problemas sino de hacer las paces contigo mismo. La
paz interior proviene de sentirte cómodo con tus decisiones, pensamientos y
emociones, y para ello necesitas actualizar constantemente tu autoimagen.
Acepta los pensamientos y
emociones “negativas”:
Encontrar
la paz interior significa, ante todo, equilibrio. Por tanto, no podrás hallar
la serenidad si continúas batallando contra los pensamientos y emociones
“negativos” o si pretendes ocultarlos en el lugar más recóndito de tu mente.
Para alcanzar la paz interior es necesario que practiques la aceptación radical,
que aceptes estos pensamientos y emociones. De hecho, cuando aprendes a
vivirlos, perderán su poder sobre ti y lograrás liberarte de su carga. Recuerda
que los pensamientos y emociones “negativos” no te hacen daño, lo que te daña y
arrebata la paz es aferrarte a ellos.
Evita la crítica
destructiva:
Todos
tenemos la tendencia a comparar, sacar conclusiones y luego criticar. Sin
embargo, la crítica negativa es el peor enemigo de la paz interior. La crítica
no solo hace daño a quien es criticado sino también a quien emite ese juicio de
valor. Suele ser expresión de rigidez mental y rechazo a la realidad. El
problema es que la crítica negativa te sumirá en un estado de insatisfacción
permanente que te aleja de la serenidad que pretendes alcanzar. Eso no
significa que debes aceptarlo todo, pero tienes que aprender la diferencia
entre la crítica constructiva que da pie a un cambio positivo y la crítica
destructiva cuyas consecuencias siempre son negativas. Se trata de aprender a
no juzgar y ser más tolerantes y flexibles.
Simplifica tu vida:
¿A veces
te gustaría que el día tuviese más de 24 horas? No puedes alargar el día, pero
puedes simplificar tu vida, de manera que aproveches mejor cada minuto. Cada
cierto tiempo, es conveniente que te detengas y te preguntes si estás haciendo lo
que realmente te gusta o si estás perdiendo el tiempo inútilmente. Piensa en
cómo puedes simplificar tu vida para que puedas dedicar más tiempo a las cosas
que realmente te importan y te brindan felicidad y satisfacción. Recuerda que
la madurez no está en añadir cada vez más, sino en restar y necesitar cada vez
menos para ser feliz.
Practica la gratitud:
No dejes
que pase un solo día sin sentirte agradecido por algo. Siempre hay algo por lo
cual dar gracias, solo hay que aprender a valorar las cosas que damos por
descontado, como el simple hecho de vivir o de tener a nuestro lado a personas
que nos aman y a las que amamos. Cuando empezamos a sentirnos agradecidos por
lo que tenemos, en vez de quejarnos por lo que no tenemos, reencontramos un
nuevo equilibrio interior. La gratitud es una de las llaves que abre la puerta
a la serenidad y la felicidad.
Da sin esperar recibir a
cambio:
Muchas
personas dan esperando recibir algo a cambio, convierten las relaciones
interpersonales en relaciones comerciales. Cuando no reciben la recompensa
esperada, se enfadan. Por eso, si quieres lograr la paz interior, debes
despojarte del egoísmo y reencontrar el placer que implica el acto de dar, por
el simple hecho de ayudar o hacer una buena acción. Dar debe ser lo
suficientemente gratificante de por sí. Siéntete bien contigo mismo por lo que
has hecho.
Aprende a estar plenamente
presente:
“Si te sientes deprimido, estás viviendo en el pasado, si te
sientes ansioso, estás viviendo en el futuro. Si te sientes en paz, estás
viviendo en el presente”, dice una frase sobre la paz interior de
Lao Tzu. Muchas veces vivimos agobiados porque estamos a caballo entre las
culpas del pasado y las preocupaciones del futuro. Aprender a estar plenamente
presente, en lo que los budistas llaman “el instante eterno”, te permitirá
encontrar la paz en lo que estás haciendo, sea lo que sea. De hecho, puedes
practicar diferentes ejercicios de mindfulness
cotidiano, ni siquiera es necesario que te sientes a meditar.
No te aferres, deja ir:
A lo
largo de nuestra vida vamos acumulando mucho resentimiento y rencor,
sentimientos que terminan haciéndonos daño y nos impiden lograr esa paz
interior que tanto ansiamos. Por eso, es fundamental que aprendas a dejar ir
esos sentimientos y pensamientos que te afectan y mantienen atado al pasado.
También es fundamental que aprendas a practica el desapego,
incluso con las metas que te has propuesto. La vida fluye, si te aferras te
quedarás estancado luchando contra la corriente, lo cual te agotará emocional y
físicamente. La técnica de visualización “las hojas del río”
te ayudará a comprender que todo cambia.
Aquieta tu mente:
Cada día
nos enfrentamos a cientos o incluso miles de estímulos. Nuestra mente está en
un estado de hiperestimulación constante que nos impide encontrar la serenidad.
Por eso, es conveniente que dediques al menos unos minutos al día a practicar
la meditación o la relajación. Aprende a vaciar la mente y a liberarla de todas
las preocupaciones cotidianas.
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