Leer para entender la entrega:
Greenpeace indicó que el
acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y los países del Mercosur
representa un desastre para el medio ambiente a ambos lados del Atlántico. Diez
millones de hectáreas del bosque chaqueño, principalmente las provincias de
Salta, Formosa, Chaco y Santiago del Estero, están peligro por la ganadería
intensiva.
«Intercambiar autos por
vacas nunca puede ser aceptable cuando implica la destrucción de los bosques
del Gran Chaco y el Amazonas, ataques a los pueblos indígenas y a la creciente
hostilidad hacia la sociedad civil. Además, el acuerdo produciría un aumento de
las emisiones de gases de efecto invernadero», señaló Amanda Starbuck, Directora
de Programas de Greenpeace.
«Sudamérica y la UE
deben dejar de realizar acuerdos comerciales que beneficien a las grandes
corporaciones y las oportunidades de exportación sin tener en cuenta el daño
social y ambiental que causan. Nuestros gobiernos tienen la responsabilidad de
abordar estas injusticias, en lugar de allanar el camino para quienes buscan
beneficios a corto plazo», agregó Starbuck.
El Mercosur y los países
de la UE quieren maximizar el acceso a los mercados y aumentar las
exportaciones. La UE busca entrar al mercado automotriz y de autopartes,
compañías de energía, bebidas y servicios financieros, entre otros. Además,
apunta a que se eliminen los impuestos a la exportación y que las empresas
europeas tengan acceso a licitaciones en contratos a nivel local, incluso para
contratos con grandes municipios o estados.
A cambio, la UE le
ofrece a los países del Mercosur más acceso al mercado de carne de res y de
pollo, azúcar y etanol para biocombustibles, entre otros productos. El ganado
es el mayor impulsor de la deforestación en los bosques del Gran Chaco y
Amazonas. Casi ocho mil kilómetros cuadrados de la Amazonia brasileña fueron
destruidos en 2018, mientras que los planes de expansión de la industria
ganadera en Argentina ponen en riesgo 10 millones de hectáreas del bosque
chaqueño.
La etapa final de las
negociaciones atrajo a dos bloques opuestos: por una lado, países con
industrias agrícolas fuertes como Francia, Irlanda, Polonia y Bélgica, y por
otro, países más orientados a la exportación, como Alemania, España, Portugal,
Países Bajos, Suecia, República Checa y Letonia. El grupo liderado por Francia
sostiene que la agricultura europea está amenazada por las importaciones de
productos agrícolas con estándares más bajos, mientras que el grupo liderado
por Alemania quería que se completara el acuerdo comercial para abrir
oportunidades de exportación para sus industrias automotrices.
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