En 2024, el stock bovino cayó a su peor nivel desde 2011. Según el
Rosgan, la sequía del año anterior está lejos de ser la única explicación.
"A nivel nacional no hubo un programa concreto de apoyo al sector”,
advirtió la entidad.
La semana
pasada se conoció el dato del stock bovino nacional, que según la Secretaría
de Agricultura, Ganadería y Pesca cerró 2024 con 51,6 millones de cabezas.
Con respecto al año previo, representó una caída de
2,2%, equivalente a 1,16 millones de cabezas. Además, es el más bajo
desde 2011, ya que hay que remontarse a ese año para encontrar
una cantidad menor de bovinos en los campos argentinos.
En líneas generales, el estancamiento en el rodeo bovino de los últimos dos años suele atribuirse a la dura sequía que
sufrieron los productores ganaderos.
Pero más allá de esta variable -que sin dudas tuvo un gran peso- desde
el mercado ganadero
de Rosario (Rosgan)
afinaron el análisis, para hallar cuales son las causas estructurales que
frenan la expansión de un stock animal que no termina de repuntar.
EL TOBOGÁN DEL STOCK BOVINO: UNA MIRADA MÁS ALLÁ DE LA SEQUÍA.
“Al analizar la evolución que ha tenido el stock ganadero en los
ciclos, se observa una
tendencia decreciente prácticamente desde el año 2018, cuando Argentina apenas lograba recuperar los 55
millones de cabezas, luego de la gran primera caída finalizada en el año 2010”,
advirtieron desde la entidad rosarina.
Más allá de los factores climáticos, los rosarinos consideraron que hay
otros factores a tener en cuenta dentro de este proceso de estancamiento y
pérdida de hacienda.
En este punto, desde la fuerte caída del stock ganadero, causada tras
la sequía de los años 2008/09 y que llevó a la pérdida
de unas 10 millones de cabezas, hay otra variable.
“A nivel nacional no hubo un programa concreto de apoyo al sector para la recuperación de ese
stock”, remarcaron.
Además agregaron
que “por el contrario, lo sucedieron años de intervenciones y
restricciones comerciales que limitaron y desincentivaron fuertemente el
crecimiento de la producción”.
A este intervencionismo estatal -que buscó cuidar los precios internos sacrificando el comercio exterior- el Rosgan sostuvo que en los últimos años, los desórdenes de la economía no
eran el mejor escenario para planificar un escenario de reconstrucción de la
actividad.
“En este contexto, sobre un sector ya castigado, la sequía que sufrió gran parte del territorio nacional en los últimos dos
años terminó haciendo estragos, golpeando el corazón productivo de la ganadería
nacional”.
EL IMPACTO EN LA REGIÓN CENTRO
El informe del Rosgan calculó que entre las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba y Santa Fe, solo el año pasado se perdieron más de 850.000
cabezas de vacunos, lo que explica el 75% de la caída a nivel nacional.
Este dato no es menor, porque se trata de regiones que concentran cerca del 65% del stock
nacional y un 70% del total de terneros. En este panorama desfavorable, el dato positivo es la leve mejora en
la relación ternero/vaca, que el año pasado llegó a 65,2% versus el 63,8 del
año previo.
“Más allá del número de terneros logrados, aún existen categorías que siguen sin recuperar terreno”,
reconocieron.
El caso más emblemático es la categoría novillo, donde la
caída del stock ya es estructural: de 4,7 millones de ejemplares registrados en
2007 se pasaron a 2,2 millones en 2023. Se trata de la baja más pronunciada de los últimos siete años, de acuerdo al Rosgan.
“Este dato pone
de manifiesto el gran desafío que enfrenta el sector frente a la necesidad de
aumentar la producción de carne con un stock ganadero cada vez más restringido”, resumieron.
Además de los novillos, la merma en vaquillonas es un misil por debajo de la línea de flotación ganadera, al
atentar contra una categoría esencial para sostener la reposición de vientres.
El año pasado, la industria procesó 4 millones de cabezas, sobre un total de
existencias de 7,3 millones de animales al comienzo del ciclo.
Con estos números, la
tasa de extracción fue de 54%, situación que se potenció a partir de la menor reposición de terneras
y se reflejó en un stock de vaquillonas que perdió 475.000 ejemplares.
En este escenario, se arribó a una existencia final de 6,8 millones de
animales, “quedando así
cada vez más distante de los 8,2 millones de vaquillonas en stock
contabilizadas en 2016″,
concluyeron desde el Rosgan.
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