Como cada año, la
popular fiesta temática de Halloween, también conocida como la ‘noche de brujas’, las
calles de numerosas ciudades alrededor del mundo se llenan de personas de todas
las edades, disfrazadas con toda clase de trajes inspirados en las historias de
terror, magia y criaturas fantásticas. Sin embargo, la historia real y
sangrienta sobre la que se ha construido el concepto que hoy tenemos de la
típica bruja de Halloween no es ni mucho menos lineal y está repleta de aristas
y matices. Empezando por la difícil respuesta de la simple pregunta de: ¿Qué es
una bruja?
El origen del término ‘bruja’ sigue siendo un misterio y
mientras algunos expertos afirman que proviene del celta y otros que viene del
latín, lo que está claro es que es “uno de los términos más polisémicos que
existen en la lengua castellana”, según cuenta la Dra. María Lara Martínez vía
telefónica a National Geographic.
La figura de las brujas en la cultura popular han
provocado históricamente casi tantos sentimientos como significados tiene la
palabra, y esa misma percepción social es la que les ha llevado desde el amor
al odio y viceversa a lo largo de los siglos.
Lara Martínez, la autora de Pasaporte de bruja y Brujas, magos e incrédulos en la
España del Siglo de Oro, obras en la que profundiza sobre el
fenómeno de la brujería en la Edad Media y Edad Moderna, explica que “bruja’,
etimológicamente, quiere decir ‘mujer sabia’. Las mujeres que inicialmente
fueron descritas como brujas tenían
una connotación positiva, eran
consideradas curanderas o conocedoras de la naturaleza. A medida que va
avanzando la Edad Media, sin embargo, es cuando se empieza a demonizar a las
brujas", y es apenas en el siglo XVI, con la reforma protestante y
el Malleus Maleficarum, un áspero y cruel tratado que explica
cómo identificar y perseguir a una bruja, cuando se llega a una persecución
mucho más feroz: sin poder confirmar cifras exactas, se conoce que más de 50
000 personas fueron ajusticiadas por brujería en Europa, 300 de las cuales,
aproximadamente, fueron ejecutadas en España.
(Relacionado: Halloween:
disfraces, historia, mitos y mucho más)
Las
consecuencias de juzgar lo esotérico, de España a América
Hasta bien entrado el siglo XVI, esta definición
tan amplia del delito de brujería hacía complicado delimitar hasta donde llega
la fantasía y donde empieza lo letal. Por eso entre las personas ajusticiadas
por brujería entraron individuos cuyo mayor delito podía ser el haber contado
un sueño, para ellos profético, mientras que delincuentes y criminales acusados
de brujería podían salir impunes de todo crimen si demostraban ser inocentes de
los cargos de brujería.
Un buen ejemplo de esto último fue el caso de 'las
brujas de Pareja'. En ese municipio de la actual zona de Guadalajara, se
constató que hubo varios grupos de mujeres que, durante el reinado de Carlos V,
cometían allanamiento de morada y a las que se acusó de brujería porque
supuestamente entraban volando, a menudo por las chimeneas o los tejados, y
provocaban que los niños con los que se encontraban en estas casas
enfermaran o murieran.
"La Inquisición decidió juzgarlas por brujería
[antes que por los delitos correspondientes] y simplemente pudo desterrarlas
del obispado de Cuenca (hoy Guadalajara). Eran criminales reales que fueron
puestas en libertad porque el juicio por brujería las había absuelto, sin
embargo, personas inocentes que afirmaban ser videntes y que poco tenían de
criminales, sí podían llegar a pagar con sus vidas tras pasar por el juicio
pertinente", recuerda Lara Martínez. Este fue el caso de Eugenio Torralba,
un intelectual de la época que había viajado por las principales universidades
de Europa del momento y que hacía vaticinios proféticos sobre el reinado Carlos
V. Torralba terminó sus días en una celda en una cárcel de Cuenca, encerrado
por brujería.
De Navarra a Massachusetts, casos de brujería famosos
Uno de los casos de brujería más
populares a nivel internacional fue el de los Juicios de Salem (Massachusetts)
de 1691 de el actual Estados Unidos, donde un grupo de niñas, entre ellas la
hija y la sobrina del pastor puritano Samuel Parris, fueron procesadas por
brujería tras comenzar a mostrar convulsiones y otros efectos extraños, fruto
de una enfermedad de origen desconocido en aquel momento. "Hoy sabemos que
todo esto pudo tratarse de unos cuadros alucinógenos que surgían a raíz de una
fermentación del centeno que llevaba consigo el hongo cornezuelo", nos
cuenta la profesora Lara Martínez, que llevó a cabo una investigación doctoral
sobre el caso en el Real Colegio Complutense en la Universidad de Harvard
(Estados Unidos).
Este juicio es el más célebre en la actualidad en parte
gracias a una masiva interpretación que se ha hecho del proceso en los últimos
100 años, desde novelas y obras de teatro hasta películas y series que se
emiten por streaming, pero hay otro litigio
igualmente relevante en la Península, y es el que se vivió en la localidad
navarra de Zugarramurdi, que ocurre casi un siglo antes, en 1610.
La
causa se llevó a cabo en el tribunal de la Inquisición de Logroño, y había 31
acusados y acusadas, de los cuales 18 fueron perdonados en una teatral
confesión, y es que existía algo llamado ‘perdón por lágrimas en los ojos’, tal
como nos cuenta la historiadora: "no olvidemos que estamos en el Siglo de
Oro, es el drama por excelencia". Sin embargo, no todos los reos tuvieron
la misma suerte: 6 de los acusados fueron quemados vivos y 5 en efigie [ya
muertos], porque ya habían perecido en las cárceles mientras esperaban el
juicio. “Lo insólito es que solamente murieran aquellos detenidos que esperaban
el juicio de Zugarramurdi, habiendo en las mismas instalaciones, como es de
imaginar, muchos otros detenidos por muchas otras causas”. Algunos dicen que
aquellos que no llegaron vivos a la hoguera fallecieron a raíz de las torturas
que sufrían mientras se buscaba una confesión, pero Lara Martínez explica que,
al igual que en Salem, no podemos descartar “un síndrome de abstinencia por la
ingesta voluntaria de unas plantas alucinógenas a las que estas personas podían
estar acostumbradas, y que provocaban visiones que les hacía pensar que
realmente participaban en aquelarres y tenían poderes sobrenaturales”.
España, pionera en el desembrujo colectivo
La notoriedad de este juicio, sin embargo, no está en los horrores,
tristemente típicos, de la época, sino en lo que ocurrió después. Uno de los
tres inquisidores que participó en el juicio, Alonso de Salazar y Frías,
desarrolló una exhaustiva investigación detectivesca tras el caso, porque
sintió “escrúpulos de conciencia”, nos cuenta la autora. Fue así como la Corona
Hispánica, con la Inquisición en la cima de su poder jurídico, fue pionera en
la defensa de las brujas, porque “Alonso de Salazar y Frías consiguió convencer
a la Junta Suprema de la Inquisición de que no había brujos ni embrujados en el
lugar hasta que se comenzó a hablar y escribir de ellos.”
La brujería es uno de esos fenómenos que es prueba
viviente de que las mentalidades van evolucionando y se van adaptando. En el
tránsito del Siglo XVIII al XIX las brujas ya toman un aire reivindicativo, y
esto lo vemos también en representaciones pictóricas, como la colección de las
brujas de Goya, siendo su obra más conocida El
Aquelarre (1797), que muchos expertos de la obra del artista
afirman que estaría tomando inspiración precisamente de estos juicios de
Zugarramurdi, y que venía a hacer una áspera crítica a la iglesia y a la
ignorancia de la España de la época, que se escudaba tras la superstición para
manipular y reinar a través del miedo.
En el siglo XX, la imagen de la bruja la encontramos
presente en muchas obras ficticias, en su mayoría infantiles, pero a veces
cuesta hacer las paces con que esas villanas de nuestras series, películas y
libros más célebres, como sería el caso de la Bruja Mala del Oeste de El Mago de Oz (1900), entre muchas,
estarían inspiradas en historias tan desgarradoras como reales. Conviene
recordar que a mediados del siglo XX se juzgó a algunas mujeres acusándolas de brujería
en Reino Unido, acogiéndose a una ley del siglo XVIII. Al fin y al
cabo, estas leyendas y mitos hunden sus raíces en siglos de conciencia
colectiva alimentado por los casos inquisitoriales reales que juzgaron a
mujeres y hombres por volar subidas en escobas.
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