El origen de la Universidad Nacional
de Córdoba se remonta al primer cuarto del siglo XVII, cuando los jesuitas
abrieron el Colegio Máximo, donde sus alumnos –en particular, los religiosos de
esa orden– recibían clases de filosofía y teología. Este establecimiento de
elevada categoría intelectual fue la base de la futura Universidad.
Bajo la tutela de los jesuitas y el
impulso del Obispo Juan Fernando de Trejo y Sanabria, en 1613, aunque no estaba
autorizado para otorgar grados, se iniciaron los Estudios Superiores en el
Colegio Máximo de Córdoba.
El Breve Apostólico del Papa Gregorio
XV, fechado el 8 de agosto de 1621, otorgó al Colegio Máximo la facultad de
conferir grados, lo que fue ratificado por el monarca Felipe IV, a través de la
Real Cédula del 2 de febrero de 1622.
A mediados de abril de ese año, el
documento llegó a Córdoba y el Provincial de la Compañía, Pedro de Oñate, con
el acuerdo de los catedráticos, declaró inaugurada la Universidad.
Oñate redactó el reglamento del
organismo, cuyos títulos tenían validez oficial. Con el nacimiento de la
Universidad Nacional de Córdoba, familiarmente llamada Casa de Trejo, comenzó
la historia de la educación superior en la República Argentina.
Primeras reformas académicas
Los jesuitas estuvieron a cargo de la
Universidad hasta 1767, cuando fueron expulsados por resolución del Rey Carlos
III. Así, la dirección de la Casa pasó a manos de los franciscanos. Durante el
siglo y medio en que se extendió la administración jesuítica, la Universidad
tuvo un perfil exclusivamente teológico-filosófico.
Vinculados a la Universidad estaban
los Colegios Mayores, entre los que cabe mencionar el de Monserrat, fundado en
1687 por el Presbítero Doctor Ignacio Duarte y Quirós.
A fines del siglo XVIII, por
disposición del Virrey Nicolás Antonio Arredondo, se incorporaron los estudios
de leyes. Esto marcó el nacimiento de la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales en 1791. Así, la Universidad de Córdoba, tras un siglo y medio de
existencia, dejaba de ser exclusivamente teológica. Poco antes de terminar el
siglo, la sociedad recibía los primeros graduados en leyes.
Conflictos entre franciscanos y el
clero secular en disputa por la dirección de la Universidad, trajeron aparejado
el re-bautismo del establecimiento, por Real Cédula del año 1800, que pasó a denominarse
Real Universidad de San Carlos y de Nuestra Señora de Monserrat.
Se le otorgan los privilegios y
prerrogativas de las universidades mayores existentes en España y América, y
alcanzó el doble título de Real y Pontificia. Esta Real Cédula se ejecutó en
1808 con el nombramiento del Deán Dr. Gregorio Funes como Rector y demás
autoridades. Desde entonces, el clero secular desplazó a los franciscanos de la
conducción universitaria.
El
Deán Funes, de espíritu progresista y abierto a los nuevos desarrollos de la
ciencia y la técnica, proyectó profundas reformas de los estudios y la
introducción de nuevas materias, como aritmética, álgebra y geometría, entre
otras.
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