Desde 1995, y por ley, se recuerda cada 27 de setiembre el "Día Nacional de la Conciencia Ambiental" en memoria de las personas fallecidas como consecuencia del escape de gas cianhídrico ocurrido en la ciudad de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, el 27 de septiembre de 1993.
Uno de los temas centrales de las ciencias ambientales desde sus primeros momentos ha sido el estudio de la adquisición por la población de una “conciencia ambiental”, es decir, la formación de actitudes y comportamientos cuidadosos con el medio ambiente y los factores que facilitan u obstaculizan el desarrollo de estas orientaciones ecológicas, así como si existe una “base social” del ambientalismo con cierta estabilidad, esto es, grupos sociales ecológicamente conscientes e implicados, con un perfil social definido.
Si bien la ecología puede servir de enfoque temático para los estilos de vida, ello no implica necesariamente que la vida cotidiana de los individuos con esta orientación se guíe sistemáticamente de acuerdo con criterios ecológicos.
Los modos de afrontar los problemas ambientales atraviesan diferentes entornos sociales y que las representaciones cotidianas de los problemas medioambientales son inseparables de la responsabilidad colectiva e individual, de las perspectivas y el potencial para la acción.
La acción social se halla siempre ligada a contextos sociales específicos que determinan la percepción de los problemas, estandarizan el comportamiento y generan patrones sociales diferenciados.
La reconstrucción empírica de tales mentalidades requiere una contextualización sociocultural múltiple y ajustada de los “patrones de comportamiento cotidiano y aquellos relativos al medio ambiente”.
Debemos generar conciencia, promover el cambio de hábitos y alentar la participación ciudadana en la difusión y resolución de problemas ambientales.
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