SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 16 de noviembre de 2018

Mucha de la carne que comemos está llena de antibióticos. La industria ganadera la usa en exceso para estimular el crecimiento de los animales.


 ¿Que dice el INTA? -que es el Instituto Nacional de Tecnología agropecuaria de Argentina-


Desde el descubrimiento accidental de la penicilina por Alexander Fleming, su uso fue creciendo y permitió mejorar la calidad de vida de las personas y la productividad de los sistemas agropecuarios. Si bien representan una gran herramienta, su uso desmedido causa una serie de inconvenientes.

En producción animal, los antibióticos son utilizados cada vez más debido a la gran intensificación de los sistemas para producir alimentos. El mal manejo de los antibioticos, como es no respetar el tiempo recomendado desde su administración al consumo del producto animal, puede ocasionar su aparición en el alimento pudiendo provocar en el consumidor alergias, efectos tóxicos o bien asociarse a resistencias bacterianas.

Sin embargo, con un correcto y responsable manejo de estas sustancias es bajo el riesgo que se den casos de toxicidad y alergias. Las concentraciones residuales de antibióticos presentes en alimentos provenientes de animales tratados, difícilmente sean capaces de seleccionar bacterias resistentes, dado que a tan bajas concentraciones los antibióticos no pueden actuar sobre microorganismos resistentes ni sensibles. Por lo tanto, el principal riesgo para la salud de los consumidores no está dado por los residuos, sino por el desarrollo de resistencias en bacterias de los mismos animales. La aparición de cepas bacterianas resistentes a los antibioticoa es cada vez más frecuente y pueden ser patógenas para el humano.
A modo de graficar la importancia que puede tener esto en la salud pública, podemos citar como ejemplo la prohibición de la avoparcina en los animales de Europa, tras la resistencia cruzada que generó la utilización de dos antimicrobianos como la avoparcina (promotor de crecimiento en la alimentación animal) y la vancomicina (antibiótico para infecciones en humanos).
Esta resistencia se debe a que ambos poseen una molécula similar, tienen los mismos mecanismos de acción y generan en los microorganismos una resistencia cruzada entre ellos. Por ejemplo, hay microorganismos que pueden comportarse como patógenos intrahospitalarios en pacientes inmunodeprimidos y la vancomicina es la única droga disponible para su tratamiento efectivo.
Es decir, si tras la utilización de avoparcina se produjo resistencia bacteriana en los animales (también lo será a la vancomicina), entonces cuando en el humano se tenga que combatir la misma bacteria ya no habrá antibiótico efectivo.
La intensificación de la producción animal trae aparejado la mayor utilización de ATM, ya sea como promotores del crecimiento o para el tratamiento de enfermedades. Deberá discutirse mucho la utilización de Promotores de crecimiento en nuestro país, ya que hay países que han adoptado restricciones que incluyen la prohibición. Por otro lado, el control de las enfermedades de los animales con ATM no puede ser un sustitutivo de la mala gestión agropecuaria, porque estamos poniendo en riesgo la salud pública.

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