A pesar de que el Gobierno determinó un aumento del 7,78 por ciento a los haberes de los jubilados, pensionados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH). Desde que se hizo la reforma previsional, el año pasado, se podía prever esta situación.
La clase pasiva logró aumentos, durante el 2018, que equivalen a un 28,47 por ciento. No obstante, como publicó el INDEC, la inflación en los va del año está cerca de los 40 puntos mientras que podría terminar el 31 de diciembre, con una cifra que asusta: 45 por ciento.
En la primera mitad del año, la cosa fue mala pero no tanto. Es que la inflación de los precios tuvo su pico en un 6,6 por ciento mientras que quienes dependen del sistema previsional tuvieron un incremento del 5,7, como publica el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central. Es decir, una diferencia de 0,9 por debajo que, por lo menos, no fue tan abismal como lo que iba a venir.
Recordemos que a fines de agosto, hubo una devaluación importante de la moneda local a raíz de la imparable subida del dólar que tocó el techo de los 41. Luego, se estabilizó entre los 36 y 38.
De esta manera, los meses posteriores fueron muy malos para la economía nacional y también para los jubilados. Es que la inflación provocó en septiembre una brecha de 13 puntos de diferencia con respecto a los haberes de los pasivos: 32 por ciento la inflación por sobre los 19 de los jubilados, según el REM.
Si se cumpliese lo que pronostica el Banco Central en su informe, para fines de 2018, los jubilados cerrarían con una pérdida brutal e histórica de casi 20 puntos. Recordemos que solamente la de octubre fue de 5,4 y el aumento para los pasivos, máximo, se estima que llegaría al 28,5 por ciento.
Es un difícil momento para toda la economía nacional, el Gobierno y ni que hablar para los trabajadores, jubilados y pensionados que ven cómo la inflación se “come” sus salarios indiscriminadamente.
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