SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



jueves, 15 de febrero de 2024

UN POCO DE HISTORIA ARGENTINA: UN DIA COMO HOY de 1811 nacía Domingo Faustino Sarmiento.

 

D.F. Sarmiento nació el 15 de febrero en San Juan en 1811 y moría en Asunción del Paraguay, 1888. Político y escritor argentino, presidente de la República entre 1868 y 1874 y autor de una copiosa producción periodística, pedagógica y literaria, entre la que sobresale su novela Facundo o Civilización y Barbarie (1845).



Su padre, José Clemente Quiroga Sarmiento y Funes, era un soldado veterano de las guerras por la independencia de Argentina, y su madre, que había perdido muy joven a su propio padre, tuvo incluso que vender su vestuario y enseres para poder costearse una casa propia. Hijo pues de una familia humilde, aunque vinculada a las casas más tradicionales y representativas de la ciudad, el pequeño Faustino asistió desde los cinco años a la recién creada Escuela de la Patria, en la que a lo largo de nueve años recibiría su única educación sistemática.

Su formación se vería ampliamente complementada bajo la guía de los presbíteros José de Oro y Juan Pascual Albarracín, con los que tenía parentesco, y por su propio esfuerzo autodidacta. En 1826, con solamente quince años, Domingo Faustino Sarmiento creó su primera escuela en San Luis, en San Francisco del Monte de Oro. Tenía como alumnos a jóvenes de su misma edad e incluso mayores que el maestro; a todos ellos les contagiaría su insaciable curiosidad, su afán de aprender y su pasión por los libros.



Tras la proclamación de la independencia en el Congreso de Tucumán (1816), las Provincias Unidas del Río de la Plata (la actual Argentina) vivían por aquellos años una etapa de violentos conflictos entre unitarios y federales que se prolongaría durante décadas. Los unitarios propugnaban el establecimiento de un gobierno centralizado en Buenos Aires; pero la opción federalista (constituir un estado federal que dotase de máxima autonomía a cada territorio) tenía mucha fuerza en las zonas rurales y era apoyada por los poderosos caudillos de las distintas provincias.

En 1829, con dieciocho años, Sarmiento vio pasar por San Juan una montonera encabezada por el caudillo Facundo Quiroga. Tal episodio revestiría importancia decisiva en su configuración ideológica, política y literaria: horrorizado por el violento despotismo de los caudillos federales, y siguiendo sus ideales liberales e ilustrados, Domingo Faustino Sarmiento se hizo unitario y se unió al ejército que luchaba contra Facundo Quiroga, a quien retrataría años después en Facundo (1845) como encarnación de la barbarie.



Facundo o Civilización y Barbarie (1845)

En 1845 llegó a Chile un enviado del dictador argentino Juan Manuel de Rosas (1835-1852) para protestar por la campaña antirrosista que estaban llevando a cabo en el país andino los exiliados argentinos. Este hecho precipitó una rápida réplica literaria por parte de Sarmiento: la publicación por entregas, en el periódico El Progreso, de Facundo, que meses más tarde el autor reunió en el volumen Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga. Las ediciones modernas tienden a titularlo Facundo o Civilización y Barbarie o simplemente Facundo, conservando el título de la primera publicación por entregas.

El libro es en su mayor parte una biografía novelada del caudillo federalista Juan Facundo Quiroga, muerto diez años antes. Desde el punto de vista de Sarmiento, Facundo Quiroga había prefigurado el mal que en el presente encarnaba Juan Manuel de Rosas: si Quiroga es la barbarie espontánea, producto de un medio adverso y unos hábitos primitivos, Rosas representa la barbarie institucionalizada, fría y sistemática, y en este sentido la obra es tanto un alegato contra el régimen de Rosas como una indagación en sus raíces.



La convicción de la decisiva influencia del medio físico sobre el carácter y las costumbres de sus habitantes, así como su vivaz descripción, se apoya en un planteamiento poco sistemático (el libro no es en puridad ni una biografía, ni un ensayo, ni una novela, sino una singular mezcla de esos tres géneros) y, sin embargo, plenamente eficaz para la finalidad propagandística y política de la obra. Después de cuatro capítulos dedicados al medio geográfico y social y a la historia reciente del país, los capítulos V-XIII presentan la biografía novelada de Facundo; los dos últimos contienen el examen del presente y la mirada del autor al porvenir.



Según Sarmiento, los desastres acaecidos en la nación desde la independencia son el resultado del enfrentamiento entre la civilización (refugiada en las ciudades, centros de orden, progreso, trabajo organizado y cultura) y la barbarie, producto de la influencia del medio pampeano, en cuyos rudos habitantes (los gauchos) se manifiestan los hábitos sociales primitivos y el desorden ciego de la naturaleza. Para el autor, la esperanza transformadora de Argentina sólo puede radicar en un programa de reconstrucción nacional, educativo, que salve el abismo entre la sociedad civilizada y la que se ha forjado al margen de ella en las provincias.

De ahí que Sarmiento definiera el libro como "la visión de un país por un joven ansioso de actuar desde dentro como fuerza transformadora". Pero las extraordinarias dotes de observación y la magnificente fuerza de la prosa de Sarmiento hacen que Facundo supere ampliamente las circunstancias de su gestación y de sus propósitos políticos para convertirse en una de las obras más singulares e irreductibles de la literatura argentina.



En 1845 su prestigio como pedagogo hizo que el entonces ministro y futuro presidente de Chile, Manuel Montt, le encomendase la realización de estudios sobre los sistemas educativos de Estados Unidos y Europa. Con tal fin viajó por numerosos países europeos y por los Estados Unidos, y de regreso en Chile publicó Educación popular (1848), donde sostiene que la educación primaria y las bibliotecas públicas son el remedio más eficaz para combatir el atraso y la ignorancia. Previamente, también por encargo de Montt, había escrito un Método gradual de lectura con el que aprenderían a leer varias generaciones de chilenos. En 1849 recogió las impresiones de aquel periplo en el epistolario Viajes en Europa, África y América, donde mostró su entusiasmo por la democracia del sistema norteamericano, que consideró modélica. Esa misma idea inspiró en 1850 su obra Argirópolis, proyecto de una capital de los Estados Confederados del Río de la Plata.

También de 1850 es Recuerdos de provincia, una interesante autobiografía en la que Sarmiento evoca recuerdos de su infancia y presenta retratos de diversos personajes que tuvieron parte directa en la formación de la nación argentina; el relato procede por cuadros rápidos, llenos de nervio y de vigor pintoresco. El autor encuentra, al narrar sus juegos infantiles, la psicología fresca y encantadora del niño; escribe páginas de temblorosa emoción al retratar a su madre; y con afecto singular recuerda a su maestro, José de Oro. Por su fina ironía y su franco realismo, los Recuerdos de provincia son, junto con su Facundo, su libro más vivo.

Durante su permanencia en Estados Unidos, Domingo Faustino Sarmiento fue elegido presidente de la República (1868-1874). El Journal des Débats de París, al conocer la elección de Sarmiento, escribió: "el pueblo argentino se honra a sí mismo eligiendo para presidente a un maestro de escuela, prefiriéndolo a un general". Regresó a la patria el 30 de agosto de 1868 y asumió el mando el 12 de octubre. Su gobierno fue uno de los más fecundos que tuvo el país; durante el mismo se realizaron numerosos progresos y adelantos. La estancia en los Estados Unidos le había aportado numerosas ideas nuevas acerca de la política, la democracia y la estructura de la sociedad.

La contribución más notable de su presidencia fue sin duda su obra educativa. No sólo creó escuelas primarias, sino que auspició nuevos métodos de enseñanza y contrató educadores europeos para instruir a los maestros; creó nuevos colegios nacionales; inauguró la Escuela Normal de Paraná e hizo llegar de Estados Unidos a maestras normales, que desarrollaron en el país una tarea proficua. Para Sarmiento, la educación era la base de la democracia, y había que conseguir la cultura del pueblo a cualquier precio. Entre 1868 y 1874, los subsidios para la educación del gobierno central a las provincias se cuadruplicaron. Se fundaron hasta ochocientas instituciones educativas, lo que permitió acoger a cien mil nuevos alumnos.

Sarmiento impulsó asimismo la modernización general del país, promoviendo las obras públicas y las infraestructuras, especialmente las destinadas al transporte (líneas férreas, navegación fluvial, tranvías urbanos) y a las comunicaciones (telégrafos y correos). Sin embargo, no acabó siendo un presidente excesivamente popular. El país se embarcó en la Guerra de la Triple Alianza (1868-1874) contra Paraguay, y el gasto en obras e infraestructuras incrementó la inflación y el déficit público.

El inicio de la afluencia masiva de inmigrantes provenientes de Europa, por otra parte, fue señalado como la causa del brote de fiebre amarilla que padeció Buenos Aires y que estuvo a punto de causar una guerra civil. Cabe apuntar que todavía entonces seguía abierta la rivalidad entre Buenos Aires y las provincias. En 1873, Sarmiento fue el blanco de un fallido intento de asesinato a cargo de dos hermanos anarquistas italianos, que dispararon contra el coche en que viajaba. Al parecer, fueron contratados por el caudillo federalista Ricardo López Jordán.

A lo largo de la presidencia de su sucesor, Nicolás Avellaneda (1874-1880), Sarmiento fue designado senador por la provincia de San Juan, director de Escuelas de la provincia de Buenos Aires y ministro del Interior. Durante el mandato de Julio Argentino Roca (1880-1886) ejerció todavía el cargo de superintendente general de Escuelas y promovió la aprobación del decreto que establecía la educación gratuita (1882). En 1883 vio la luz una de sus obras más discutidas: Conflicto y armonías de las razas en América. Retirado posteriormente de la política, en 1888 se trasladó a Paraguay, en cuya capital falleció. Sus Obras completas, reunidas en cincuenta y tres volúmenes, se editaron entre 1884 y 1903.

 

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