Cada minuto más
de un millón de botellas de plástico en todo el mundo terminan en la basura y solo
el 15% de ellas se recicla. Un
estudio realizado por la Universidad
de Georgia expone que desde 1950
hasta la actualidad hemos producido y descartado más de 8 mil millones de
toneladas de plástico, lo que equivale a 264 trillones de botellas o 33.000 por
cada habitante del planeta.
Teniendo
en cuenta estas cifras, es evidente la necesidad de un cambio sostenido. Según
especialistas, muchos materiales
no se reciclan porque económicamente “no son rentables”. Sin
embargo, son cada vez más las
empresas que encuentran en el reciclado una actividad que no solo les genera
rentabilidad, sino que contribuye a la construcción de un mundo más limpio.
Diego Vargas, fundador y director ejecutivo de Beland, una de las plataformas de reciclaje social más
importantes de Argentina, argumenta que el reciclaje es
una verdadera solución ante el problema de contaminación a nivel mundial, pero
es consciente de que para que sea realmente sostenible a largo plazo tiene que ser una tarea rentable.
El reciclaje social tiene
como objetivo que los consumidores entreguen residuos como
botellas de plástico y a cambio obtengan algún beneficio, como
una golosina o dinero que pueden utilizar para sus compras. “Queremos demostrar
que es posible manejar nuestros residuos dentro de un modelo de reciclaje rentable, verdaderamente
circular y de triple impacto”, señala el director ejecutivo de Beland.
“Reciclar puede ser una tarea sencilla e interactiva. Nuestros residuos no son
basura, y sobre todas las cosas, reciclar no solo aporta al cuidado del
ambiente, también transforma millones de vidas”, añade.
Reciclar y
dar trabajo
Muy pocas veces se habla sobre que el
reciclaje puede generar puestos de trabajo. Un ejemplo de
ello, es en las cooperativas que se dedican a transformar el plástico
en productos con valor agregado. “Además de donar el material
que reciclamos, trabajamos con las cooperativas para crear productos
verdaderamente sostenibles con los materiales que tenemos a nuestra
disposición, lo cual aumenta exponencialmente la rentabilidad de estas, genera
más fuentes de empleo en sectores vulnerables de la población y les da una
nueva oportunidad a nuestros residuos”, destaca.
“Bajo este concepto, las empresas están adoptando la
filosofía de diseñar productos
considerando su ciclo de vida completo, desde
la producción hasta el final de su vida útil, lo que minimiza el impacto
ambiental y facilita la posterior recuperación de materiales”, recalca.
Por
último, Ramos recalca que la educación y la concientización
ciudadana son ejes fundamentales
para una nueva cultura de consumo responsable y circularidad
de los plásticos. “Sin duda, es
un camino que estamos transitando, con el impulso de políticas públicas
necesarias, empresas que apuestan a la economía circular y, a pesar de su gran
desconocimiento, una sociedad que está aportando y participa cada vez más para
promover la circularidad y el reciclado de los plásticos”, concluyó la experta.
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