Su abuelo fue uno de los
fundadores de la Asociación de Criadores de Holando Argentino (ACHA) y ahora
ella preside la entidad. "El campo está en mi ADN", afirma. Lisselote
Diz, la nueva protagonista de ELLAS. “Cuando tenía un mes de vida, mi
padre, Leoncio Diz, me subió al auto o camioneta, supongo que en un moisés o
similar porque obviamente no había sillitas de bebés y me llevó al campo. Mi
bisabuela cuando se enteró casi se muere del susto, podríamos decir que ahí
empezó mi idilio con el campo y lo rural”.
Así describe Lisselote Diz sus raíces camperas que los
años subsiguientes fueron bien regadas con muchas idas al campo, primero a
jugar con la “primada” -“Eramos como 14 de edades parecidas”, recuerda- y
después ayudando en la manga o haciendo lo que
toque.
Vive en
Germania, Buenos Aires, y el legado “lechero” viene de su abuelo Elbio Diz,
quien participó de la puesta en marcha, hace 80 años, de la Asociación
Criadores de Holando Argentino (ACHA), justamente la entidad que hoy
preside Lisse.
Ingeniera en Producción Agropecuaria, además de estar a
cargo del tambo familiar, asesora otros
establecimientos de la zona.
En otro capítulo de ELLAS Podcast, relata su camino en el que no sólo
hay vacas y tambos, sino series y películas, hobbies y viajes…
-Lo primero que quiero preguntarte es por tu nombre. Su
procedencia, creo viene por el lado de tu abuela alemana. ¿Tiene algún
significado?
-Sí, es un nombre que heredé de mi abuela
alemana materna. Ella vino a Argentina desde muy chiquita, tenía dos años, era
la Primera Guerra Mundial. Es un nombre que es un apócope de Elisa Carlota. Lis
o Lisse me dice todo el mundo para no equivocarse… pero tengo mil versiones…
jaja… Lo raro es que Diz es español, es una combinación difícil de encontrar.
¿Llegaste a
conocer a tu abuela que vino de Alemania?
-Sí, una relación lindísima. Ella quedó viuda de
joven. Nosotros vivíamos en Germania, ella en Vedia. Pero era una abuela súper
presente, se murió cuando yo tenía 27 años, asi que la super disfrutamos.
Pasábamos mucho tiempo con ella. Además era modista, y cuando éramos chicas, yo
tengo cuatro hermanas y todas estábamos vestidas con ropa hecha por mi abuela.
– ¿En qué lugar estás de tus hermanas?
– Soy la mayor, somos cuatro mujeres. Con la
segunda nos llevamos muy poca diferencia, Dolores, 11 meses, entonces algunos
nos preguntaban si éramos mellizas. Las otras son Natacha y Eugenia.
¿Qué cocinaba
esa abuela?
-Era súper cocinera. Tengo toda una historia
familiar ligada a la cocina. Mi abuela alemana era muy cocinera, y cocinaba un
montón de cosas que tenían un gustito de cosas raras. Por ejemplo, hacía
ensalada de papas pero le ponía crema con comino y otras cosas, al puré nuez
moscada. A las milanesas que sería la versión del schnitzel. Y le gustaba hacer
buenas tortas. Mi mamá también heredó ese gusto por la cocina. Una de mis
hermanas estudió gastronomía y cocina muy bien… y yo, recién ahora me largué
con la cocina. Vos sabés que cuando empezamos a estudiar con mis hermanas,
compartíamos departamento en Buenos Aires y cuando cocinaba yo, contadas veces,
era un horror.
-Contame de tu infancia… ¿Qué cosas te gustaba hacer?
-Tuvimos una infancia en Germania, lindísima, un
pueblo chiquito. Jugábamos en la calle. La escuela a media cuadra. Los fines de
semana nos íbamos al campo con todos los primos. Éramos 14 de edades parecidas.
Era un programón. Íbamos al campo para jugar y para trabajar. En época de
exposiciones íbamos y cada uno tenía una ternera que cepillaba, la hacía
caminar. También íbamos a los lotes a ayudar a cambiar de parcela a los
animales. Era una diversión, pero también una responsabilidad. Y los olores,
con la comida, las tortas, o el recuerdo los domingos de fondue de queso. Ese
recuerdo de estar comiendo todos y al que se le quedaba el pancito era el
primero que tenía que lavar los platos. Tuvimos una hermosa infancia compartida
con primos, tíos, abuelos.
Los jóvenes son
la energía, el motor, hay una energía del querer hacer que cuando uno es más
grande la va perdiendo.
-Si, por eso estamos pensando en llamar el
ateneo “La Guachera”, tener jóvenes que nos ayuden a tener distintos puntos de
vista.
-¿Cómo te ha ido siendo mujer en el mundo rural?
-A mí me ha ido bien, pero en distintas charlas
siempre digo que tuve mucha suerte. Porque al estar en el ambiente desde
chiquita, conozco los códigos, las formas, y eso hace que estés más
acostumbrada. Yo no sentí nunca una limitante. Pero sí siento que somos
diferentes. Yo no pretendo que me consideren igual a los hombres porque, para
mí, las mujeres somos distintas, tenemos diferentes capacidades y lo bueno es
que en un trabajo de equipo son las distintas capacidades. Creo tenemos que
luchar por eso, no por la igualdad. Sí llegar por capacidad, sabiendo que somos
diferentes y eso está bueno. Ojo,
tengo amigas que les ha costado insertarse, que les han dicho que prefieren
varones. Pero nunca me sentí discriminada yo por ser mujer.
¿Hay alguna
actividad que te despeje la cabeza, que te resetee?
-Sí, el yoga. Hicimos yoga con mis hermanas
cuando éramos chiquitas en Germania, y hace 20 años empecé de nuevo y me
encanta. Antes hacía por la mañana, ahora a la tardecita. Y me encanta porque
podés desconectarte, respirar, relajar. Y después tengo épocas. Otra cosa que
hago es el origami, que es una meditación activa, porque tenés que ver los pliegues,
los dobleces… en esta época hago cosas navideñas. También algunos inviernos
tejo porque nuestra abuela alemana nos enseñó a tejer a todas y me encanta.
-Series, libros, películas, ¿por dónde vas? ¿Qué te
gusta?
-Ahora no estoy leyendo tanto, pero siempre me
gustó leer. Cuando éramos chicas nuestros padres nos leían a la noche, después
que aprendí a leer empecé a leer sola. Ahora no leo todas las noches pero
siempre que puedo, sí. He leído todos los del Capitán Alatriste de Arturo Pérez
Reverte, me encanta cómo describe el Madrid de época. Después hay un libro de
Kapuscinski, un polaco que escribió un libro que se llama “Ebano”, que describe
todo África desde su punto de vista, viviendo con tribus en ciudades africanas.
Ahora estoy leyendo uno que se llama Namasté, de Francesc Miralles y Héctor
García.
MUJERES EN CAMPAÑA
“ELLAS” es una serie de podcasts realizados con mujeres de campo que
inspiran por su historia emprendedora, y que cuenta con el acompañamiento
de “Mujeres en
Campaña”, una iniciativa de New Holland Agriculture que ya tiene un camino recorrido y
embajadoras de distintos lugares del país.
La Iniciativa
Mujeres en Campaña (MEC) surgió cuando comenzamos a notar que existen
muchas mujeres involucradas en el campo con grandes capacidades y que todas
teníamos algo en común: la necesidad de compartir experiencias vinculadas
al campo y al trabajo rural, nuestro principal objetivo es visibilizar el rol
de la mujer rural en cualquiera de sus tareas sea como cliente o como una
referente para el sector”, señaló Natalia Álvarez, referente de Marketing New
Holland Argentina.
Desde “Mujeres en Campaña” desarrollaron el concepto de “embajadoras” que permite conocer un poco más de cada una en su rubro y, a su vez,
difundir cómo trabajan y cómo se sienten.
El objetivo de este maridaje entre ELLAS y Mujeres
en Campaña es llegar a mujeres de distintas edades y distintas zonas
geográficas. “Nos enorgullece cuando un padre nos comenta que le recomendó a su hija inscribirse en nuestra
plataforma para capacitarse y
realizar algún curso de los que ofrecemos”, agregó Álvarez.
Desde la plataforma de MEC, se puede acceder a capacitaciones, foros,
talleres, entrevistas y contenido de interés, además, cuenta con una Feria de Emprendedoras para dar a conocer los proyectos que lideran
las seguidoras.
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