**El saber nos hará libres y menos temerosos-
El emperador Constantino y el papa Julio I
decidieron celebrar el nacimiento de Jesús durante la época que concentraba las
fiestas más populares de Roma para favorecer la conversión.
SOL INVICTUS, EL
CULTO A LA DEIDAD SOLAR
El mismo 25 de diciembre ya era una
fecha de celebración para los romanos. En esta ocasión festejaban el Sol
Invictus, un culto a la divinidad solar asociado al
nacimiento de Apolo, dios del Sol.
Este culto se desarrolló en el período mitológico romano y duró hasta la conversión del cristianismo en
la religión oficial del imperio. Sin embargo, esta no era la única deidad
solar que los romanos habían adorado.
El mismo emperador
Constantino dio mucho valor a la figura del Sol Invictus, e
incluyo usó su imagen en las monedas del Imperio y decretó que los domingos
serían un día de descanso dedicado a honrarlo. Sin embargo, la llegada del
Cristianismo catalogó el culto al dios del Sol como una celebración
pagana.
Distintas festividades antiguas
romanas se asociaban al solsticio de invierno, entre ellas las Brumales y
también las Saturnales.
JULIO I, EL
PAPA QUE FIJÓ LA FECHA DE NAVIDAD
El emperador Constantino, encargado
de establecer de forma oficial la fecha para la conmemoración del nacimiento de
Jesús en el Imperio Romano, actuó con el apoyo del pontífice del
momento: el papa Julio I.
Así, se fijó la
solemnidad de Navidad el 25 de diciembre, una fecha
arbitrariamente escogida por la Iglesia católica a pesar de la
creencia de que Jesucristo nació durante la primavera.
Esta creencia nace de
interpretaciones de los Evangelios, que describen que Jesús nació en un momento
en que los pastores tenían rebaños al aire libre, algo
imposible en invierno y en una región como Palestina.
La Navidad, festividad cristiana que conmemora el nacimiento de Jesucristo, se celebra el 25 de diciembre según el calendario gregoriano. Pero a pesar de su origen religioso, esta fiesta es comúnmente celebrada incluso por los ateos como una fecha dedicada a reunirse con los más allegados.
Los Evangelios de Mateo y Lucas consideran que
Jesús de Nazareth nació en un pesebre de Belén, aldea de Oriente Próximo, y que
su llegada fue anunciada por un ángel. No obstante, estos no especifican el día exacto del nacimiento, una cuestión que se resolvería más tarde.
Eran varias las festividades
que tenían lugar a finales de diciembre en territorio romano,
coexistiendo durante los inicios del Cristianismo: celebraciones de la antigua
religión romana, judías, del mazdeísmo persa y también nórdicas,
mayoritariamente vinculadas al solsticio de invierno del hemisferio norte.
El emperador Constantino, primero
en legalizar el cristianismo en el Imperio Romano, probablemente con la
intención de superponer las prácticas cristianas a otras más antiguas, estableció el 25
de diciembre para la conmemoración del nacimiento de Jesús.
El término navidad proviene del latín nativitas, que significa
nacimiento.
El objetivo de esta superposición
era convertir a los paganos romanos a la religión cristiana estableciendo
una tradición fácilmente asimilable para ellos, ya que sería inevitablemente
relacionada con algunas de sus fiestas principales celebradas en esas mismas
fechas: las Saturnales y el Sol Invictus.
Así, se concluye que la tradición
cristiana de la Navidad tiene su origen en ciertas fiestas paganas,
que influyeron en su creación y con las que guarda algunas similitudes.
LAS
SATURNALES, UN RITO PAGANO
Durante varios siglos, antes del
nacimiento del Cristianismo, la sociedad romana era politeísta y creía en
una serie de divinidades protectoras de las distintas áreas de su vida. Para
la agricultura y la cosecha se adoraba al dios Saturno, y se celebraban unas
fiestas paganas en su honor: las Saturnales.
Las labores agrícolas finalizaban en
esta época y los campesinos y los esclavos
podían permitirse aplazar el trabajo cotidiano.
Durante estas fiestas, que se
prolongaban durante siete días, los romanos visitaban a sus familiares
y amigos, intercambiaban regalos y celebraban grandes banquetes públicos.
Los esclavos gozaban de una gran permisividad; podían vestir las ropas de sus
señores y ser atendidos por éstos sin recibir ningún castigo.
Fuente: National Geographic/2024-
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