El mensaje que lanzaron este lunes los 150 jefes de
Estado y de Gobierno reunidos en la cumbre
del Clima de París fue nítido: la apuesta por la economía verde es
el único futuro posible. Lo inédito ahora es que EE UU y China comparten la
misma ambición. Las dos primeras potencias mundiales pidieron un acuerdo
ambicioso que deberá revisarse cada cinco años. A la preocupación de Barack
Obama por las condiciones de vida de las futuras generaciones, el
presidente francés François Hollande añadió: “La transformación energética es
una obligación moral”.
Ni EE UU ni China se comprometieron con el acuerdo de
Kioto de 1997 a
reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Hoy, el norteamericano
Barack Obama y su homólogo chino, Xi Jinping, hablan casi el mismo idioma
sobre el cambio climático. "Represento al segundo país más contaminador.
Asumiremos nuestras responsabilidades", ha dicho Obama. Su discurso ha
abierto las puertas a la ayuda que necesitan los países en desarrollo, al igual
que ha hecho Xi Jinping. Ninguno de los dos, sin embargo, ha hecho votos por un
acuerdo vinculante como ha pedido Hollande, anfitrión del cónclave.
Washington y Pekín han llegado a París, junto a otros
180 países, con sus compromisos nacionales para luchar contra el calentamiento
global bajo el brazo. Insuficientes, en palabras de la canciller Angela
Merkel, la más comprometida con el cambio climático y la única gran
potencia que ha hablado este lunes de ir hacia una economía totalmente libre de
emisiones de dióxido de carbón. Es inédito que tantos países hayan presentado
sus contribuciones, pero, como ha indicado Merkel, "con ellas no vamos a
lograr contener el aumento de la temperatura en dos grados". París confía
en las revisiones al alza cada cinco años de los compromisos de mitigación para
lograr el objetivo fijado.
Los líderes políticos darán paso a partir del martes
a las negociaciones, que se desarrollarán en París hasta el 11 de diciembre. Lo
que diferencia a países desarrollados (y muy contaminadores) de los que se
consideran en desarrollo, escollo principal de intentos de acuerdo anteriores,
ha estado muy presente en los discursos: "Los países más pobres son los
que menos contaminan, pero son al tiempo los más afectados. Hay que buscar
justicia climática", ha dicho François Hollande. "El mar se está
tragando en Alaska pueblos enteros, y los glaciares se derriten a un ritmo sin
precedentes", ha insistido Obama. "Estamos ante el abismo. Hay que
reaccionar", ha abundado Hollande.
En el acuerdo final se busca que el llamado Fondo
Verde reciba, como estaba previsto, los 100.000 millones de dólares (94.600
millones de euros) anuales a partir de 2020 para ayudar justamente a esos
países. Y también aquí Obama y Linping han demostrado estar en sintonía. Ambos
creen en la necesidad de movilizar ese dinero. Sin él, el acuerdo podría estar
en peligro. Países como India, cuya economía depende en gran parte del carbón,
piden compensaciones por sufrir una contaminación de la que apenas son
responsables. Cuentan para ello con la mala conciencia de algunos de los países
desarrollados. "Hemos contaminado mucho. Por tanto, debemos estar en la
vanguardia de las energías limpias", ha dicho Angela Merkel.
China es hoy el país más contaminante el planeta. Su
responsabilidad, sin embargo, no es tan grande como la de otros. En emisiones
per cápita está muy por debajo de Europa y de Estados Unidos, y ese puede ser
un punto esencial de desacuerdo. "Los países desarrollados", ha dicho
Xi Liping, "deben asumir más responsabilidade". El presidente de
Ecuador, Rafael Correa, ha expuesto justamente las diferencias que pueden poner
en peligro el acuerdo final. "Un habitante de los países ricos emite 38
veces más que uno de los pobres", ha dicho en referencia a los gases de
efecto invernadero. Existe, ha recordado, una "deuda ecológica que debe
pagarse y que, sobre todo, no debe ir aumentando".
El bloque bolivariano en el que se inscribe Ecuador
mantiene una posición dura en las negociaciones de París. Venezuela forma parte
de ese pequeño ramillete de países que ni siquiera ha presentado su
contribución nacional antes de la cumbre. La intervención del presidente
Nicolás Maduro fue suspendida este lunes en París en el último momento. Correa,
por su parte, propuso una "corte internacional de justicia ambiental"
y que las tecnologías que ayuden a evitar el cambio climático sean declaradas
"bienes públicos globales", es decir, que se tenga libre acceso a
ellas.
Algunos países en desarrollo, como Mongolia, han
pedido este lunes tener muy en cuenta el índice de emisiones por habitante.
Otros, como Tuvalu, han reclamado ayuda urgente. El país puede desaparecer
debido al incremento del nivel del mar, como puede suceder a esos pueblos de
Alaska que Obama visitó este verano.
Este lunes ha sido el día de los grandes discursos.
La inédita situación de tantos mandatarios dispuestos a luchar contra el cambio
climático ha proyectado la imagen de una gobernanza global que François
Hollande no desaprovechó. "Nuestro desafío es pasar de la globalización de
la competencia a la globalización de la cooperación", ha dicho el jefe de
Estado francés. "Tenemos que buscar pactos de equidad entre el norte y el
sur". Xi Linping ha hecho una lectura similar: "La conferencia de
París no es la meta, sino el punto de partida de una gobernanza global. Tenemos
que forjar un futuro compartido, un futuro de cooperación en el que cada país
aporta en función de sus capacidades".
La inédita situación de tantos mandatarios juntos y
tantos proyectos nacionales para reducir el calentamiento global es la señal
más positiva de esta cumbre que acaba de comenzar. "Muestra el compromiso
del mundo con el cambio climático", ha sostenido el presidente de esta
reunión, el ministro de Asuntos Exteriores Laurent Fabius. "El mundo les
observa, el mundo cuenta con ustedes", ha apuntado Christiana Figueres,
secretaria ejecutiva de Cambio Climático de la ONU.
Obama ha pedio altura de miras. "Si aceptamos
este desafío no obtendremos victorias rápidas”, ha dicho. “Esto se va a medir
en sufrimiento evitado. Nuestra generación no va a ver los resultados. Pero los
vamos a lograr para nuestros hijos y nuestros nietos", ha añadido. Merkel
ha clamado por la "justicia intergeneracional”.
El presidente ruso Vladímir Putin ha sido uno de los
más fríos en su exposición. Y uno de los pocos que no ha ofrecido su apoyo y
condolencias a Francia por los atentados del 13 de noviembre. Ha centrado su
fría exposición en los deberes hechos por su país respecto al cambio climático
y los efectos económicos perversos que ya está provocando el calentamiento
global.
No hay comentarios:
Publicar un comentario