SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



jueves, 27 de mayo de 2021

ECOLOGÍA: ¿Cuál será el futuro del Riachuelo?

 

Con referencias como el Támesis y el Nervión, cómo imaginar –y lograr– que las riberas se conviertan en lugares de esparcimiento turístico y de ocio.



a primera noticia llegó con lo de los delfines; y enseguida hubo otra, que las aguas de Venecia estaban más claras. Eran los días iniciales del aislamiento y parecía una cuestión de karma: un planeta a disposición y no había rincón que no estuviera atravesado por la Pandemia. Con los humanos en sus nidos, los animales avanzaron y las redes se llenaron de fotos insólitas. Circuló la esperanza, al menos, de una benevolencia ambiental. 

Pero duró poco: las aguas verdes de Venecia se debían a que las embarcaciones –detenidas– no removían los sedimentos de la superficie y los delfines habían estado cerca, sin ser vistos por el bullicio del turismo. En espejo, uno de los karmas argentinos, el Riachuelo, quedó en primer plano. Y aparecieron las preguntas, pero, ¿y si sí? ¿Tal vez su morfología podría modificarse con el cese de actividades? Los científicos salieron a ver en qué andaban esas aguas que siempre bajaron turbias.



La entidad que tiene competencia sobre ese cauce es Acumar, Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo. Surgió en 2006. Dos años más tarde, la Corte intimó a la institución a realizar un plan de saneamiento accionado por la “Causa Mendoza”, un reclamo judicial llevado adelante por un grupo de vecinos que había iniciado la demanda en 2004. Acumar se define como un “ente autónomo, autárquico e interjurisdiccional que conjuga el trabajo con los tres gobiernos que tienen competencia en el territorio: Nación, Provincia de Buenos Aires y Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.

Lo primero que surgió con la Pandemia fue ver qué pasaba con la pausa de la actividad humana. Daniel Larrache, director ejecutivo de gestión de Acumar, dice: “Nos permitió echarle una mirada al Riachuelo. En el imaginario es un lugar sucio, horrible, contaminado, que no tiene nada lindo. La verdad es que en el trabajo sostenido que se viene haciendo desde hace muchos años, se dieron avances. Muy paulatinos, pero sí”.



De los relevamientos y muestreos científicos durante la Pandemia, surgió la lectura de ese estudio que generó expectativa. Pero, tal como se detalla en Medición del estado del agua superficial y subterránea, análisis e interpretación de los resultados. Informe trimestral, abril junio 2020, publicado en el sitio de Acumar, el detenimiento de la actividad humana no ofreció cambios significativos. “El análisis en aguas del curso principal Riachuelo presenta valores dentro de los rangos históricos para la mayoría de las estaciones”, dice en resumen el análisis de los resultados obtenidos. Con un descanso, no alcanza, pareciera decir el río a través de sus índices, cuando sus métricas responden a 200 años de malos usos.

Para traer al presente un punteo de la historia clínica del Riachuelo surge que: fue desagote de los saladeros de principios del siglo XIX, hasta que una legislación de 1860 prohibió tirar los desperdicios ahí. Luego, las industrias y empresas tomaron la posta del arrojo. “En la Cuenca viven aproximadamente 5.800.000 millones de personas. Esto representa el 15 % de la población del país”, sostiene Acumar. A la par del desarrollo demográfico, a la vera del río, en toda su extensión, se fueron constituyendo basurales. El río atraviesa 14 municipios de la provincia de Buenos Aires y una parte de diferentes comunas de la ciudad de Buenos Aires. Se lo llama Cuenca Matanza Riachuelo; Matanza, donde nace, en una zona más rural, y Riachuelo sobre el final, en lo urbano. En las riberas empezaron los asentamientos, que luego fueron barrios que tuvieron que convivir con el hedor y la contaminación.

Y desde que hubo civilización: los desechos cloacales. Como río transitado, se llenó de barcos encallados con sus óxidos y combustibles. Si se piensa que la Primera Fundación de Buenos Aires fue en 1536, son casi cinco siglos de aguas descuidadas. Ahora bien, y a pesar de todo eso, ¿y si sí? Cambiar el rumbo de lo enquistado: la posibilidad de que el Riachuelo deje de ser el patio de atrás.

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