Trazando paralelismos con otros
cambios tecnológicos históricos como la invención de la imprenta y la llegada
de internet, los obispos en su carta animan a los católicos a acercarse a la IA
con valentía y esperanza, invocando al Espíritu Santo para que “renueve la faz
de la tierra” (Sal 104,30).
Obispos católicos estadounidenses
publicaron esta semana una carta pastoral abordando el rápido auge de la
inteligencia artificial (IA) y la respuesta de la Iglesia Católica ante los
numerosos desafíos y oportunidades que presenta esta tecnología.
Firmada por el Arzobispo de Baltimore, Mons. William Lori; el
Cardenal Robert McElroy de Washington; el obispo William Koenig de Wilmington;
y los cuatro obispos auxiliares de Maryland; la carta, titulada The
Face of Christ in a Digital Age (El rostro de Cristo en la era
digital), insta a los cristianos a discernir “cómo hablar y vivir el Evangelio
en medio del nuevo lenguaje y los nuevos poderes que surgen a través de la
inteligencia artificial”.
Publicada antes de la Solemnidad
de Pentecostés, los obispos escriben que los cristianos no deben temer el
rápido desarrollo de la tecnología, la cual “no es ajena a la obra del
Espíritu, pues el Espíritu de Dios se mueve a través de la historia, la cultura
y la creatividad humana”.
Sin embargo, los obispos advierten: “¿Permitiremos que la
tecnología nos forme a su imagen, o la moldearemos nosotros según el
Evangelio?”.
La Iglesia Católica “debe ser una voz profética, llamando al
mundo a poner a la persona humana, hecha a imagen de Dios, en el centro de esta
transformación”, afirma la carta.
“No importa cuán avanzadas se vuelvan las máquinas, nunca podrán
replicar el alma, la conciencia ni el destino eterno que pertenece a cada ser
humano”, expresan los obispos en la carta.
La carta destaca los posibles
beneficios de la IA para la humanidad en los ámbitos de la salud, la educación,
la evangelización y los esfuerzos humanitarios, al tiempo que advierte sobre
sus riesgos, incluyendo la pérdida de empleos, el uso de armas autónomas
letales y la manipulación de la verdad.
Para enseñar el discernimiento en una era donde el contenido
digitalmente fabricado difumina la línea entre la verdad y la falsedad, y entre
la realidad y la fantasía, los obispos enfatizan fuertemente la importancia del
desarrollo de la virtud, especialmente en lo que respecta a la formación de la
conciencia.
“Es esencial que formemos conciencias capaces de discernimiento
—especialmente entre los jóvenes— para que no sean manipulados por algoritmos,
sino por la verdad y la gracia”, escriben los obispos. “Las herramientas
digitales pueden informar, pero no pueden formar el corazón”.
Los obispos llaman a las
parroquias y familias a fundamentar el compromiso digital y la alfabetización
mediática en la Escritura y la vida sacramental, y exhortan a los fieles a
cultivar una verdadera “empatía y relaciones auténticas”.
Michael Hanby, profesor de religión y filosofía de la ciencia en
el Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la
Familia, dijo a CNA —agencia en inglés de EWTN News— que, si bien el documento
“identifica algunos peligros evidentes de la IA, así como algunos buenos usos
que se le pueden dar”, no va lo suficientemente lejos.
“Existen otros peligros”, continuó Hanby, “especialmente la
reducción de la inteligencia humana, orientada a comprender la verdad, a una
‘inteligencia funcional sin pensamiento ni comprensión’, que la carta realmente
no aborda”.
El
Dicasterio para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para la Cultura y la
Educación abordaron las mismas preocupaciones que Hanby en una nota publicada
en enero titulada Antiqua et nova: Nota
sobre la relación entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana.
“La tradición cristiana considera que el don de la inteligencia
es un aspecto esencial de la creación de los seres humanos «a imagen de Dios»
(Gen 1,27)”, afirmó la nota, enfatizando que “uno de los objetivos de esta
tecnología es el de imitar la inteligencia humana que la ha
diseñado”.
El dicasterio reconoció los temores de que la IA pudiera
alcanzar una especie de superinteligencia que eclipse “un día a la propia persona
humana”, aunque algunos ven con buenos ojos esta posibilidad.
“No sabemos aún si la IA es
simplemente una ‘herramienta’ que puede ser utilizada o moldeada según el
Evangelio”, dijo Hanby a CNA. “Me hubiera gustado que la carta enfatizara más
la necesidad de un pensamiento filosófico más profundo sobre esto, y que
hubiera tenido un poco más de cuidado al distinguir el movimiento del Espíritu,
que es un misterio, de la historia del progreso tecnológico. Pero, de nuevo, la
carta presenta un desafío abierto, no la última palabra”.
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