SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



sábado, 2 de julio de 2016

LO DECIDI, SABADOS y DOMINGOS SOLO BUENAS NOTICIAS: Los científicos aseguran que estamos curando el planeta, “Se cierra el agujero de ozono”

La humanidad ha dado un salto a la coherencia, ahora salvemos las selvas y lo mares:

A medida que los niveles de cloro continúen disipándose de la atmósfera, Solomon no ve ninguna razón por la cual, salvo futuras erupciones volcánicas, el agujero de ozono no deba encogerse y, finalmente, cerrarse de forma permanente a mediados de siglo.
Científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, y otros países han identificado las “primeras huellas de curación” de la capa de ozono en la Antártida, como revelan en una artículo publicado este jueves en la revista Science.
En concreto, vieron que el agujero de ozono de septiembre se ha reducido en más de 4 millones de kilómetros cuadrados desde 2000, cuando la reducción del ozono estaba en su apogeo. El equipo también demostró por primera vez que esta recuperación se ha ralentizado un poco, a veces, debido a los efectos de las erupciones volcánicas de año en año, pero, en general, el agujero de ozono parece estar en un camino de curación.
Los autores utilizaron “huellas” de los cambios en el ozono con la temporada y la altitud para atribuir la recuperación del ozono a la continua disminución del cloro atmosférico procedente de los clorofluorocarbonos (CFC), compuestos químicos que fueron emitidos durante un tiempo por procesos de limpieza en seco, viejos refrigeradores y aerosoles, como laca para el cabello. En 1987, prácticamente todos los países del mundo firmaron el Protocolo de Montreal sobre un acuerdo para prohibir el uso de los CFC y reparar el agujero de ozono.

“Ahora podemos estar seguros de que las cosas que hemos hecho han puesto al planeta en un camino de sanación”, dice la autora principal Susan Solomon, profesora de Química Atmosférica y Ciencia del Clima en el MIT, quien realizó el trabajo junto a Diane Ivy, del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias, junto con investigadores del Centro Nacional de Investigación Atmosférica en Boulder, Colorado, Estados Unidos, y la Universidad de Leeds, en Reino Unido.

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