De las danzas de Argentina, el Pericón Nacional es una de las más lindas de ver y bailar. Sus orígenes lo muestran como una variante de otros bailes tradicionales como el Cielito y la Media Caña.
Dicen los que saben que cuando el Cielito se bailaba entre muchas parejas, aparecía la figura del “pericón” o bastonero que ayudaba a mantener el ritmo y la coordinación. Con el tiempo la danza con pericón fue tomando importancia hasta que se independizó del Cielito llamándose Pericón.
Se bailó en todo el país para festejar la independencia en 1816 y se difundió los países cercanos de la mano del General San Martín que la llevó a Chile junto con otras danzas Argentinas. En la Provincia de Buenos Aires su furor duró hasta el año 1840. Es típico de la llanura pampeana. En 1880 los hermanos Podestá lo elevan como Danza Nacional cuando lo incluyen en el espectáculo “Juan Moreira”.
Se la clasifica como una danza de conjunto, de parejas sueltas e interdependientes. Por lo general se necesitan 8 parejas para bailarlo o por lo menos 4 para guardar la coreografía. Como elemento accesorio se utiliza un pañuelo que las damas llevan celeste y los caballeros color blanco.
Estos pañuelos se utilizan durante el baile, las parejas se ubican formando un círculo, alternando damas y caballeros que con las manos extendidas agitan los pañuelos formado en el centro del círculo formando el pabellón Nacional acompañado por un fervoroso ¡Viva la Patria!. Las figuras que se utilizan son: el espejo, la corona, pabellón (que es el de los pañuelos), armas al hombro y final.
El orden en el que se acomodan las parejas se llama: demanda o espejo; postrera o alegre; cadena y cielo que responden a los movimientos que deben hacer según indique el cantor o el bastonero. El ritmo a seguir es parecido al vals lento o al sobrepaso.
La figura del pericón debe ser muy cuidada porque su función es guiar el baile y hacerlo divertido, anunciando a viva expresión las figuras a formar, a la voz de “¡AURA!” (que significa “ahora”), sin la orden del pericón no puede comenzar la figura.
La música es muy divertida e invita a moverse, aunque más no sea de adelante hacia atrás y jugando con el compañero, un elemento infaltable en las danzas Argentinas.
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