La Biblioteca de
Alejandría fue el recinto cultural más nutrido, estudiado y venerado de la Antigüedad,
hasta que se destruyó con un incendio voraz.
Alejandro
Magno tenía un proyecto de expansión absoluta. Además de diseminar todo lo que
su maestro, Aristóteles, le había enseñado por años sobre la cultura helénica,
quería que su imperio se extendiera hasta cada esquina
del horizonte. A diferencia de otros grandes conquistadores
occidentales, para él ni siquiera Egipto era una barrera
suficientemente invencible.
Como el rey
más fuerte que había tenido Macedonia, a su servicio tenía legiones de los
soldados más eficaces en el campo de batalla. Después de años de conquistas
militares —en las que respetó la cultura y tradiciones locales—, Alejandro
Magno sintió la necesidad de complicar todo el
saber de sus territorios en un mismo espacio. Así nació el
proyecto de la Biblioteca de Alejandría, en Egipto: la más nutrido,
estudiado y venerado de los recintos culturales de la
antigüedad clásica.
Adonde iban
todos los libros del mundo:
Aleandro Magno
fundó Alejandría, en Egipto, en 331 a.C. En los planes para construir la
ciudad, estaba el diseño y levantamiento del recinto
cultural más grande, rico y diverso que se hubiera visto
en la historia del mundo conocido. Por esta razón, el emperador macedonio se dispuso
a recopilar todos los saberes de sus dominios, para tener
una copia de cada libro en este espacio.
LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA QUEDÓ
LISTA POCOS AÑOS MÁS TARDE. SE DICE QUE, EN TOTAL, UNA VEZ TERMINADA SU
CONSTRUCCIÓN CONTABA CON 490 MIL TOMOS DIFERENTES. ESTO OBEDECE A LA INTENCIÓN
DE ALEJANDRO MAGNO DE COMPILAR TODO EL CONOCIMIENTO EXISTENTE EN EL MUNDO.
Un silgo más tarde, explica Hernández, el
archivo de la biblioteca alejandrina contaría con cerca
de 700 mil títulos diferentes. Aunque hay autores que se
debaten sobre esta cifra, el hecho de que historiadores contemporáneos al
recinto documentaran este volumen de libros habla de la granriqueza
de conocimiento que estuvo contenida ahí por siglos.
La gran
mayoría de todos estos archivos se perderían
para siempre, en el peor incendio que Egipto vio en la
Antigüedad.
Un incendio
indómito: ¿quién destruyó la Biblioteca de Alejandría?
Existen
varias teorías relacionadas a la destrucción de la Biblioteca de Alejandría.
Todas coinciden en que, entre llamas, cenizas y lamentos, el incendio
se llevó más del 90 % de los tomos que ahí se habían
compilado por años. Algunos de ellos eran manuscritos
originales de Aristóteles, Tolomeo y otros grandes sabios
de Grecia.
Por ello, el
incendio de la Biblioteca de Alejandría se considera como una
de las peores pérdidas de patrimonio literario, científico y cultural en la
historia. Tomos enteros de filosofía, poesía, ciencias
naturales y diversas áreas del saber existente se perdieron sin remedio. Tal
vez sea por la misma amargura de la pérdida que a este acontecimiento lo
envuelvan las tinieblas.
El primer registro de este desastre data de la
época del emperador romano Julio César. En el año 47 a.C., mientras visitaba a
Cleopatra, el complejo palaciego fue sitiado.
En medio del ataque, muchos de los libros que César pensaba llevarse a Roma
fueron quemados. Algunas fuentes estiman que fueron cerca
de 40 mil.
Este hecho
marcó un antes y un después en la solidez de Egipto como Imperio, que ya
venía en declive desde décadas atrás. “Alejandría fue entrando
en una lenta e inexorable decadencia, y con ella también su Biblioteca”, se
lamenta Hernández. Éste, sin embargo, no fue el último intento de destrucción
para la Biblioteca de Alejandría.
Y efectivamente, la gran mayoría de los tomos
contenidos todavía ahí no se alineaban a los
versos musulmanes. A pesar de los intentos desesperados de
algunos cuántos, los rollos se perdieron de manera definitiva. Por esta razón,
algunos autores piensan que no fue un sólo incendio el que devastó la
Biblioteca de Alejandría, sino que se trató
de un proceso histórico paulatino.
Sea como
fuere, la pérdida de siglos de saber existió. Y lo que es más: nunca tendremos
acceso a ese conocimiento, que se desvaneció
entre llamas, cenizas e intereses políticos.
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