SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 21 de junio de 2013


Hoy llego el INVIERNO, Brrrrrr…, y El Magazín de Merlo fue al parque a fotografiar imágenes del lanzamiento promocional del invierno 2013.

La escarcha lo cubrió todo, parecía nevado.
Compartimos hoy una tremenda helada en Agustín Ferrari, Merlo y una leyenda muy fría.

Leyenda de la Dama del Invierno:
He elegido ésta, porque me ha tocado el corazón. Sé que no es cierta, pero… ¿saben? las leyendas no están muertas. Andan por alguna parte, en boca de pueblerinos, en susurros que se pierden en una fogata de campamento, en los labios de una sabia abuela… andan por ahí, y a veces nos sorprenden asustados, y como ésta lo hizo conmigo, espero que con ustedes también.

Claramente se nota cuando la helada se derrite por los rayos del languido sol.
Cuentan por acá en un pueblito de la Patagonia, cuna de mitos y seres mágicos, una vieja historia sobre una dama, una dama, que siempre está vestida de negro, y que vigila un bosque que hay por el lugar. Dicen que sólo se la ve durante el invierno, cuando las suaves copas de los árboles se tiñen de blanco, y la tierna hierba se vuelve pálida y frágil como un cristal. Es en ese entonces, cuando se la puede ver vagando por el bosque; con su vestido negro resaltando de forma aterradora sobre aquella blancura, y su piel y sus labios, tan blancos como la nieve misma.

A veces, suele aparecerse ante viajeros que pasan por aquel bosque, o jóvenes perdidos que no encuentran su camino; es entonces cuando, acercándose a su víctima, extiende sus blancos brazos mientras susurra: ¡abrázame…tengo frío…!
Con la voz más gélida que puede tener, cargada de una inevitable sensualidad así, el viajero o el muchacho cae en los fríos encantos de la dama, entregándose en un abrazo eterno, mortal, que le quitará poco a poco su vida.
Cuando la mujer ya lo tiene entre sus brazos, va asfixiándolo lentamente, absorbiendo toda la vida de él, dejando que muera exhausto sobre ella, entonces, lo deposita sobre el suelo; donde es hallado los días siguientes, con la piel más fría que el hielo, y sus brazos en la posición de dar un abrazo, así, congelado, y con la expresión del más profundo terror en sus ojos.

Pero también se cuentan historias de quienes han logrado resistirse a la dama de invierno; personas que, caminando por aquel bosque, se han topado con ella, pero que han evitado escucharla. y es precisamente a ellas, a quienes les aguarda un destino todavía más cruel: la mujer se les acerca por detrás, persiguiéndolos, susurrándoles al oído ¡abrázame… tengo frío…! y, si no obtiene respuesta, los abraza por detrás; matándolos así también. 

Y las personas que han estado por las cercanías de ese bosque, lo más seguro es que hayan oído detrás de ellas la pena de una inocente mujer ¡abrázame, tengo frío…! y al darse la vuelta, para ver quién es la que les habla, no ven a nadie.

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