Don Martín J. Castro nació en MERLO el 16 de febrero de 1882, y se presentaba así:
Nací en el pueblo de Merlo
provincia de
Buenos Aires
disfruté de los donaires
y su belleza rural.
Aspiré el
perfume agreste
de sus pampas exquisitas
de tréboles, margaritas
y el
encrespado cardal.
Mi cuna fue de arte gaucho
con orgullo les diré
el cuero de un pangaré
cuatro tientos sin sobar
sujetos en dos argoyas
de un
ñudoso travesaño
que sostenía en antaño
nuestro techo secular
en
Merlo, Provincia de Buenos Aires.
Payador en toda su grandeza criolla, allá por el 25 cantaba
y recitaba sus versos en algunas glorietas de la capital: "La Aulita " en San Juan y
Boedo, "La Tradición "
de Colombres y Carlos Calvo y en el parque Goal, donde termina hoy la Avenida de Mayo. La injusticia, como el amor no correspondido,
suele generar cantos. Cantos que, en la pluma y en la voz del payador Martín
Castro, combativo y luchador, con decidida inclinación libertaria, han sido
siempre de ideas y de rebelión contra las injusticias sociales. Los versos de
Martín Castro no se quedaron sólo en rimas, sino que fueron más allá, poniendo
siempre el acento en la idea que expresaban. Anarquista a su manera, sin
militancia política, su pacífica pero crítica actitud, con la que defendía al
pobre y al obrero, le valió, muchas veces, cárcel y persecuciones por no caerle
bien a más de un caudillo de turno.
En la vasta obra de Martín Castro —en su mayoría
desaparecidas— en parte recopilada por Editorial DA_GA en "El Camino del
Payador" se advierten dos corrientes inspiradoras: una, es el medio
semi-rural del campo cercano a la ciudad y la otra, más importante, es su
preocupación social y el amparo a los más débiles. Gozó de amplia popularidad. Publicó
varios libros entre ellos:”Guitarra Roja”,”El fogón de Don Martín”,y fue autor
de paginas celebres, como “El huérfano”,”La duda”,”Juancho el desertor”,etc.
Falleció
el 7 de abril de 1971.-En su tumba se escribieron estos versos que le
pertenecen:
Con la sencillez de un nardo
murió la carne del hombre
pero no murió su nombre
ni la obra moral del bardo.
Sus ejemplos como un
dardo
perduran en nuestro ideal;
la parca, ley natural,
nos arrebató su
vida
pero la obra concebida
es un símbolo inmortal.
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