REÍR produce en la esfera psíquica que se disipan las ideas pesimistas y el mal humor, disminuyendo las emociones negativas, como la ira, los celos, la envidia; el terror, que corroen la tranquilidad del espíritu. No queda más remedio: seamos alegres.
El optimismo, la eterna sonrisa y la
carcajada estruendosa son tres buenos puntales en los que se basa la
moderna psicoterapia. Son numerosos los psicólogos y psicoterapeutas que
han realizado pruebas experimentales sobre la risa como elemento
curativo.
La emoción risueña, la alegría y la risa originan en el ser
humano una serie de estímulos favorables en el sistema nervioso
vegetativo y en el sistema nervioso central, actuando, incluso, en las
porciones más elevadas y complejas del cerebro.
Cuando una persona se ríe, se animan sus
funciones respiratorias y circulatorias, y se acentúa la eliminación de
toxinas. A la vez, se multiplican en número los leucocitos o glóbulos
blancos de la sangre, que organizan una extensa y tupida barrera
defensiva contra los microbios.
Reírse es
natural, de hecho, un bebé a las 36 horas de nacido puede ofrecer una
sonrisa a sus padres. Los niños están mucho más dispuestos a reírse que
los adultos, un pequeño se ríe un promedio de 300 veces al día, mientras
que un adulto lo hace entre quince y cien.
Pero lo
interesante de la risa es que se ha comprobado que los enfermos de sida o
de cáncer tienen una mayor resistencia mientras mejor es su estado
anímico. Por esta razón, en Canadá, específicamente en Ottawa, los
atienden con sesiones de risoterapia.
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