SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



lunes, 1 de julio de 2019

En Ulan Bator, Mongolia la contaminación ambiental es tan grave que se preparan para una epidemia de cáncer de pulmón.

En Ulán Bator, la capital de Mongolia, la contaminación ha alcanzado niveles apocalípticos. Y el problema está intrínsecamente vinculado al cambio climático y el calentamiento global. El país ya se ha calentado 2,2 grados, obligando a miles de personas a dejar el campo y el estilo de vida tradicional del pastoreo para mudarse a ciudades contaminadas, donde el 90% de los niños respira aire tóxico.

La contaminación es tan grave que casi puedes saborearla: los monitores de contaminación que miden el PM2.5- unas pequeñas partículas que pueden meterse en tus pulmones- marcan un 999, la cifra más elevada que puede alcanzar el monitor. Un nivel de contaminación seguro está por debajo de los 25.
La mitad de la población de Mongolia vive ahora en la capital y la mayoría quema carbón crudo en invierno, ya que es la manera más barata de calentarse cuando la temperatura baja de los 25 grados. Pero la niebla que resulta de la quema del carbón está ahogando a Ulán Bator y perjudicando a sus habitantes más pequeños.

En los hospitales, los médicos ven a niños que tienen problemas para respirar todos los días. La doctora Ganchuluun Zundui tiene claro que esto se debe a la contaminación. "El invierno pasado vimos a más de 270 niños por día", dice a la BBC. "Esto año estamos viendo a más de 300. Casi todos tienen problemas respiratorios". "Yo también soy madre, así que se me parte el corazón al ver a estos niñitos entrar y salir del hospital continuamente".
El gran temor de la doctora es que a largo plazo el aire tóxico pueda llevar a una epidemia de cáncer de pulmón.

Fuera de la ciudad, la vida de los pastores nómadas se está volviendo cada vez más difícil, debido a los constantes cambios del clima que están teniendo lugar en los últimos años. Tras dos veranos secos siguieron dos inviernos increíblemente fríos y los animales, débiles debido a la falta de alimento durante el verano, no sobrevivieron el invierno. En este 2019 el clima ha sido completamente distinto: mientras que el verano ha sido húmedo y con inundaciones, el invierno ha sido extremadamente seco.

Durante el invierno la pradera normalmente se cubre de nieve, protegiendo la hierba. Pero ahora los pastores nómadas temen que no quede hierba para la primavera, ya que los animales comen todo lo que encuentran.

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