La primera mención que tenemos
aparece en un escrito del historiador Johann Philip Siebenhees, en la segunda
mitad del siglo XVIII y en la que afirmaba que el artefacto se utilizó para
ejecutar a un criminal.
Tenemos la idea de que la Edad Media fue un tiempo oscuro en el que la inhumanidad y
el salvajismo campaban a sus anchas. Tiempos en los que el ser humano aprendió
a revolverse contra sus semejantes, a los que persiguió y torturó por motivos
religiosos. Precisamente será el planteamiento protestante el que acabara
triunfando pintado a una Europa sometida
a las torturas de la Inquisición y el instrumento de tortura más
representativo, el más icónico de estos artefactos es el denominado Doncella de Hierro.
La Doncella es un instrumento de
tortura consistente en una caja o armario de hierro, con bisagras que permite
la apertura por su frente. El interior de la caja del artefacto tiene púas de hierro de diferente longitud.
La idea es la de encerrar a un ser humano en su interior y cerrar para que las
púas atraviesen su cuerpo produciendo una larga agonía. Un precedente histórico
de semejante artefacto lo encontramos en la conocida como Apega de Nabis o de Hierro.
Nabis fue un rey de Esparta que
gobernó del 207 al 192 a.C. Nos cuenta Polibio —fuente muy poco fiable, ya que
los espartanos destruyeron su ciudad natal y desde entonces les tenía un asco
de espanto— que ordenó la construcción
de una réplica en hierro de su esposa. Cuando el ciudadano era convocado
para pagar impuestos si protestaba por ello, Nabis le respondía que tratara el
asunto con su esposa. El ciudadano se encontraba frente al autómata de hierro,
que estaba con los brazos abiertos. Al
accionar un mecanismo, los brazos del autómata se cerraban, atrapando al
ciudadano y apretándolo contra el cuerpo de hierro, en el que habían
surgido puntas afiladas. Hoy en día el mito de la Apega de Nabis está
considerada un producto de la sobre estimulada imaginación del historiador.
Otro caso similar nos lo cuenta en propio san Agustín en su obra La Ciudad de Dios. El obispo de Hipona nos
cuenta cómo el general romano Marco
Atilio Regulo fue torturado. Los cartagineses le encerraron en una
caja de la que salían afiladas puntas, que le obligaban a permanecer inmóvil en
incómoda posición. Si se movía o dormía, se clava las puntas en su carne, lo
que le obligaba a mantenerse despierto. El
romano murió por falta de sueño tras varios días de agonía.
Pero volvamos al artefacto
conocido como la Doncella de Hierro. La primera mención que tenemos aparece en
un escrito del historiador Johann Philip
Siebenhees, en la segunda mitad del siglo XVIII. Este historiador escribió
una guía de la ciudad alemana de Núremberg. En el libro afirmaba que la
Doncella de Hierro se utilizó para ejecutar a un criminal en 1515. La guía nos
facilitaba detalles como que las púas del interior estaban hábilmente
dispuestas para no afectar ningún órgano importante y alargar el tormento de la
víctima lo más posible.
Hoy está probado que la historia
que nos cuenta Siebehees es pura patraña,
pero la invención tuvo éxito y desde el inicio del siglo XIX empezaron a
aparecer diferentes modelos de Doncellas de Hierro, en ferias y exhibiciones,
para horror y morboso deleite del respetable público. La más famosa de todas es
la conocida como la Doncella de Hierro de Núremberg, que estaba rematada con lo
que se cree ser la cabeza de la Virgen María.
La Doncella de Hierro ha dejado una amplia y perdurable
huella. Tenemos el grupo de Rock Iron Maiden que toma su nombre en honor a este
artefacto e innumerables películas, cuadros, novelas, etc., en los que aparece
como elemento importante. Este es un buen ejemplo de una invención,
una mentira, que triunfa porque satisface la morbosidad de la sociedad y
aporta evidencia que confirma los prejuicios existentes (en este caso la
perversa Inquisición e Iglesia católica, etc.).
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