Cabañero desde los 12
años, recientemente fue declarado socio vitalicio de la Asociación Criadores de
Hampshire Down. En cuatro décadas de presentación ininterrumpida en la Expo
Rural de Palermo cosechó 26 premios de grandes campeones macho y hembra. En diciembre
del año pasado su felicidad fue completa con la llegada de la primera nieta.
Se puede
decir, sin dudarlo, que Edgardo Cardozo es un agradecido de la vida. Creador y
administrador de la cabaña “La Virginia”, en la zona de Runciman, a pocos
kilómetros de Venado Tuerto, lleva 40 años
participando de la Expo Rural de Palermo con sus ovinos de la raza Hampshire
Down, logrando los máximos premios en más de una veintena de
ocasiones.
Sin embargo,
la recompensa mayor llegó el 26 de diciembre del año pasado, cuando nació su
primera nieta, Amparo, que asegura cambió todas sus perspectivas sobre la
vida. En lo profesional le queda sólo un sueño por cumplir:
ser jurado de ovinos en la muestra
de la Sociedad Rural Argentina.
De hecho, en la
última edición de la muestra junto a otros tres criadores, fue declarado socio
vitalicio de la Asociación Criadores Hampshire Down por su extensa trayectoria
en la actividad que ya supera las seis décadas.
“Fue una sorpresa muy linda, porque justo
estaba cumpliendo 40 años en Palermo, y por eso fui. Además,
estoy cumpliendo 63 años de la primera vez que presenté un cordero en la
Exposición de Venado Tuerto”, relató Cardozo para demostrar que el reconocimiento es más que
merecido.
“Fue muy emocionante, porque después de tantos años es lindo que a uno
lo reconozcan, y eso te da ganas para seguir”, afirmó y como prueba de su exitosa trayectoria
recordó que “tengo
26 grandes campeones de Palermo, entre machos y hembras, una cosa que parece
mentira”.
“La Virginia”
El nombre del
establecimiento corresponde a la abuela de Edgardo, quien al conocer la noticia
hizo el reclamo correspondiente y costó convencerla de la decisión familiar. En
la misma línea la otra cabaña que tiene la familia, administrada por uno de los
hijos de Cardozo, se llama “Teresa”, en homenaje a la madre de Edgardo.
“La Virginia”
nació hace 63 años de la mano de Edgardo, cuando presentó en la Exposición
Rural de Venado Tuerto su primer cordero, cedido por su padre. Entonces tenía
12 años y estaba iniciando los estudios secundarios en Santa Isabel, una
localidad vecina al campo.
La consigna
paterna fue clara: “No te voy a dar plata, pero te dejé un cordero para que lo lleves a la
Rural. Ese fue el primero y después no dejé nunca de
presentarme”, cuenta el
criador.
Como anécdota
Edgardo apunta: “Yo me quedaba durante la semana en la casa de
una tía en Santa Isabel y para preparar ese cordero para Venado perdí una
semana de escuela, y mi tía hizo un ‘escombro’ tremendo, pero ahí descubrí que
esta era mi verdadera pasión”.
Los animales de “La
Virginia” comenzaron a concursar, primero en la muestra de Venado Tuerto, luego
en Rosario, Rufino, Junín y Río Cuarto, hasta que llegaron a Palermo en 1986: “Al segundo
año hice un Reservado Campeón, el tercero la Gran Campeón Hembra y en 1993 el
Gran Campeón Macho. Eran otros tiempos, había menos gente, menos
cabañeros, pero se vivía igual, a full. Cuando
hice el Gran Campeón Macho también logré el tercer año consecutivo de hembra, y
en esa época la Rural entregaba la Copa Challenger y la gané”.
La producción
Apasionado por
su labor el cabañero enumeró algunos detalles de la actividad: “Cuando
nosotros estamos presentando animales en Palermo (en el mes de julio), los
otros están naciendo en el campo. Todo empieza
con el destete de los corderos, ya pensando en que va dar el servicio ese año,
preparas los animales para Palermo y estando allá nacen las crías para el año
siguiente. Es una cadena que nunca se corta, y a quienes
nos gusta esto, y para intentar llegar bien a Palermo, tenemos que tratar de no
perder nada, hay que estar encima todo el tiempo”.
El rodeo de
más de 150 madres, todas de pedigre, con que cuenta la cabaña presenta una calidad de excelencia como premio a “muchos
años de genética, porque uno siempre va dejando lo que más le gusta”.
Cardozo
también se arroga haber sido el proveedor de las ovejas con que se iniciaron la
mayoría de las cabañas de la región, que año tras año se lucen con su genética
en las principales muestras rurales del país.
Con orgullo
también destaca que sus hijos, Valeria, Romina y Hugo, tienen buen ojo para
elegir los animales que presentarán en las exposiciones, “ellos
vivieron siempre en el campo y no le erran, han
aprendido de tanto mirar”.
En el campo,
de mediana calidad, con algunos bajos, también tienen tambo, hacen algo de
agricultura y poseen algunas vacas de cría, en un predio que en total reúne unas 500 hectáreas, de las cuales
sólo 20 están destinadas a la cría de ovejas.
La última meta
que le queda por cumplir a Edgardo Cardozo es jurar en Palermo, meta que podría alcanzar el año próximo, en el marco del
Congreso Mundial de Hampshire Down, que se desarrollará durante
la Expo Rural 2026, en el mes de julio.
“Ser jurado en Palermo es lo único que me falta. Es una cosa que me
gusta, y me puedo equivocar como cualquiera, pero creo tener el ojo educado, no
es la primera vez que veo un cordero”, completa con picardía el cabañero.
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