SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



lunes, 23 de septiembre de 2013

Sus ojos azulen enfrenan abiertamente cualquier mirara. Así son los siameses del “Patio de la Poesía” de Agustín Ferrari, MERLO.


Lola, Celeste y Alfonsina, nos aman y las amamos, son libres en el Patio de la Poesía,
viven intensamente jugando y cazando, aves, ratones, insectos, etc,
y también se alimenta de todo lo que nosotros comemos.
Las Siamesas que hoy les mostramos se llaman Celeste, Lola y Alfonsina: En muchos aspectos, se asemeja más a un perro que a un gato, lo que se ve no solo en su docilidad al ser llevado de la cuerda, si no también en su constante buen humor y su afán, a veces hasta eufórico, en atraer la atención de su humano.

Son muy cuidadosas, rara vez rompen algo.
El gato siamés pertenece a las razas más antiguas conocidas de gatos. Los primeros indicios de su existencia datan del siglo XIV de nuestra era. Como hace suponer su nombre gato siamés, esta raza es originaria del antiguo Siam, la actual Tailandia, donde la clase alta lo apreciaba como un animal valioso. Estos gatos llegaron relativamente tarde a Europa. En 1871, los primeros ejemplares arribaron a Inglaterra, donde causaron gran sensación.
Invierten mucho tiempo en acicalarse y desperezase

Al principio la cría del gato siamés no fue muy exitosa, porque los animales no recibían el trato y la alimentación adecuados. Comían pan remojado en leche y se los encerraba en una especie de invernáculo de vidrio como plantas exóticas. Muchos animales enfermaron y se morían. Solo lentamente se aceptaron los conocimientos acerca de que los gatos Siameses también ingerían alimentos que contenían carne y que necesitaban aire fresco.
Se revuelcan en la tierra y todo sitio es bueno para una larga siesta.

De estos tiempos proviene también la leyenda tan difícil de erradicar del "antiguo gato siamés original de cabeza redonda". Los primeros gatos siameses importados de raza pura en ningún momento tuvieron cabeza redonda ni eran toscos: desde su origen siempre fueron gatos de línea esbelta.
Suben a los arboles en busca de aves, pichones o huevos,
son muy escurridizos y tremendamente ágiles.

Los primeros resultados de crianza del gato siamés fueron decepcionantes a causa del mal mantenimiento, no apto para el clima inglés. Por consiguiente, se comenzó muy rápidamente a cruzar gatos domésticos con siameses, para conferirles más estabilidad y más adaptabilidad al clima.

Es común verlas en las alturas afilando siempre sus poderosas garras.
Como todos los gatos del tipo oriental, el gato siamés es muy vivaz e increíblemente apegado a los suyos. Siempre quiere tener contacto físico, adora los mimos extensos e incluso le gusta que lo palmeen como a un perro. En muchos aspectos, se asemeja más a un perro que a un gato, lo que se ve no solo en su docilidad al ser llevado de la cuerda, si no también en su constante buen humor y su afán, a veces hasta eufórico, en atraer la atención de su humano.

Atenta ha divisado una presa, en esa situacion rara vez oye cuando la llamamos.
Pueden reanimar a personas poco comunicativas y deprimidas, pero estas también pueden sentirse molestas por tanta alegría de vivir y tanto temperamento. En este caso, un gato siamés no sería la mascota ideal. El temperamento típico del gato siamés se destaca aún más cuando las hembras están en celo y los machos se aprestan al cortejo. En este momento son más conversadores que nunca, también más ruidosos, llaman y casi "ladran" buscando un amante felino. Incluso suelen honrar a sus amos con esta atención más reforzada.
Se gazapa, y muy dificilmente la presa se libre de un siamés.

No por nada en inglés se dice de una gata en celo: "Ella está llamando". Los gatos siameses son muy directos en sus deseos y rechazos y, como los perros, fáciles de comprender, porque nunca pueden ocultar sus sentimientos.
Cuando las vemos le ahuyentamos las aves, pero es muy difícil,
 aveses las traen de los arboles de los vecinos.
 
Son muy inteligentes y comunicativos, extrovertidos al máximo, con una tendencia a la ingenuidad, creativos, y de una paciencia sin límite al jugar, siempre y cuando su humano no esté ocupado en otra cosa; en una palabra: ¡es el gato siamés! Las actitudes de varios gatos siameses que conviven en un hogar son algo especial. Solo entre los gatos orientales existen relaciones tan estrechas entre los integrantes de un grupo.
Disfrutan profundamente de la carne fresca a pesar de su abundante elimentacion,
conservan intactos sus instintos primarios.

Su conducta es semejante a la de una manada de lobos, con el programa diario del cuidado físico mutuo, de las persecuciones y de las peleas en juego pero, ante todo, el acurrucarse uno junto al otro, en estrecha unión. La imagen más pacífica en una vivienda es la de un grupo de gatos siameses y orientales durmiendo: un único y gran manto con muchas cabecitas y patitas. A su carácter especial se agrega el aspecto excepcional de los gatos siameses. Cuando nacen son completamente blancos, y su color definitivo se desarrolla lentamente hasta su tercer año de vida.

En los terrenos baldíos contiguos cazan pequeños y grades roedores,
 alejándolos de los hogares,
cuando no los comen, nos los dejan como trofeo de obsequio en la puerta trasera del patio.

En zonas cálidas el gato siamés es más claro y, si se lastiman, el pelo crece primero más oscuro y después se estabiliza nuevamente. Conservarán durante toda su vida el contraste más o menos fuerte entre el color oscuro de sus puntos y el color más claro del pelaje, lo mismo que los ojos azules, que enfrentan abiertamente cada mirada y que pueden atraer irresistiblemente toda la atención, junto con la elegancia de su figura esbelta, su temperamento vivaz y su pelaje fino y sedoso.

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