SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



sábado, 17 de septiembre de 2016

Rimas, Rondas, Trabalenguas y Canciones Infantiles: Cómo enseñar poesía a los niños


La poesía puede ser un instrumento perfecto para ayudar a desarrollar la sensibilidad de los niños, su amor por el lenguaje y su comprensión. Pero, ¿cómo conseguir que se interesen por ella?
La poesía no se aprende, sino que se disfruta y se comparte, lo cierto es que muchos papas y mamas se pueden vérselas de colores al intentar conseguir acercar a los hijos a la poesía. Quienes se animen a hacerlo no encontrarán grandes problemas ya que, según señalan los expertos, (sociólogos, psicólogos y antropólogos sociales) los niños están totalmente abiertos a ella y la disfrutan desde el primer momento. En aprender jugando esta el misterio a resolver.

Sabemos que la poesía es una compañera natural de la infancia “con que los niños y niñas saltan a la soga, juegan a las rondas, hacen trabalenguas, cantan, descifran acertijos, invocan lluvias, convocan, exorcizan, imploran, principian, finalizan…”. Por eso, lo mejor es enseñarles canciones infantiles, trabalenguas y proponerles acertijos para que empiecen a jugar con las palabras y descubran lo divertido que puede llegar a ser el lenguaje. “La poesía infantil debe incorporar estas pautas, porque es la que responde a sus intereses, que no son otros que poner a bailar la lengua, extraer de sus manos todos los sones y ritmos, y poner a danzar su cuerpo plenamente, en su totalidad, aunando palabra, música y movimiento”.

Lo mejor es comenzar leyéndoles, si son muy pequeños, o hacerlo juntos si ellos ya saben. Comenzar con juegos que necesiten rimas fáciles de memorizar. Sin embargo a los mayores, que ya sean lectores es importante “acercarles a buenos libros de poesía y darles ejemplo, leyendo con ellos. De padres lectores suelen salir hijos lectores”, es preciso y conviene recordar que los niños aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan.
Los niños están muy abiertos a la poesía, que además de leérsela hay que animarlos a interpretarla, a vivirla. Lo mejor, preguntarles o pensar preguntas juntos, y dejar que todo fluya. Y, además recordemos que estos ejercicios  “les ayudarán a formarse como personas críticas, creativas, con la capacidad de sorprenderse, divertirse y pensar más allá de lo literal”. Además se dejen llevar porque “no hay nada más hermoso que nuestros hijos nos recuerden como los padres y madres que jugaban a lo poético, que recitaban poesía”.
Pregúntese, ¿qué me cantaban de niña o niño? Y, si no lo recordamos, podemos preguntar nuestros propios padres. Pedirles que nos cuenten qué nos cantaban a ellos. La mejor manera de convertirse en una madre o padre es cantando para ofrecerle a sus hijos “la educación poética tradicional; esto es, los cantos de cuna, las rimas corporales para señalar al bebé las partes de su cuerpo, los primeros balanceos, primeros caballitos, primeras fiestas que nos hacían de niño, cantos inventados en el momento para nombrar a los animales del entorno, rimas a la luna, al sol, rimas para dormir, para implorar la lluvia, para contar con los dedos, la mano, etc…”.
Leer poesía en familia y hacerlo como un juego. Que cada uno lea un poema, o lo memorice y lo declame para todos. Se puede optar por hacerlo aún más divertido y disfrazarse en concordancia con los versos elegidos.

Fomentar su creatividad y su capacidad de análisis cuando estén leyendo y no entiendan algo, podemos darles pistas y dejar que ellos mismos descubran qué quieren decir los poetas. A los niños les encanta el misterio y la poesía, precisamente, está llena de él. Plantear un poema cómo un misterio que tienen que descubrir hará que se fascinen con él y comiencen a leer o crear.

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