Se suponía previamente que una temperatura fija y estable, como la
conseguible dentro de una vivienda o local climatizados, no solo
ayudaría al confort de la mayoría de las personas sino también a su
salud. Sin embargo, una nueva investigación indica que un frío leve y
temperaturas variables podrían tener un efecto positivo sobre nuestra
salud.
La exposición a ambientes cuya temperatura es algo más baja o algo
más alta de lo considerado como confortable podría ayudar a combatir
enfermedades metabólicas importantes, como la diabetes y la obesidad,
según este nuevo estudio, realizado por el equipo de Wouter van Marken
Lichtenbelt, de la Universidad de Maastricht (Países Bajos).
Esta nueva investigación revela cómo la exposición a entornos
levemente fríos o cálidos, fuera del rango de confort estándar dentro de
edificios de 21 a 22 grados centígrados, incrementa el metabolismo y el
gasto de energía, lo cual puede ayudar a luchar contra la obesidad.
Para quienes sufren diabetes tipo 2, la exposición a un frío leve
influye en el metabolismo de la glucosa, y después de 10 días de frío
intermitente, los pacientes examinados en la investigación tenían una
sensibilidad a la insulina más de un 40 por ciento superior a la que
tenían antes del experimento. Estos resultados en el tratamiento de la
diabetes son comparables a las mejores soluciones farmacéuticas
disponibles.
Como resultado de estos beneficios positivos, los autores del estudio
defienden que las condiciones de vida en los edificios modernos, como
hogares y oficinas, deberían ser dinámicas e incorporar temperaturas
variables para proporcionar entornos humanos más sanos.
Tales medidas
deberían ir de la mano de factores clásicos de estilo sano de vida, como
una dieta equilibrada y caminatas o algún tipo de ejercicio al aire libre.
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