Durante su primer Ángelus en
Castel Gandolfo, el Papa León XIV subrayó que la vida eterna no se conquista ,
sino que se acoge como un "don" que nace del "amor de Dios"
y llamó, en este sentido, a no tratar de “engañar a la muerte, sino cuidar la
vida”.
“Para vivir la vida eterna no hace falta engañar a la muerte,
sino servir la vida, es decir, cuidar la existencia de los demás en el tiempo
que compartimos con ellos. Esta es la ley suprema, que está por encima de toda
norma social y le da sentido”, aseguró el Pontífice.
El Santo
Padre se dirigió a los fieles y peregrinos reunidos en la Piazza
della Libertá (Plaza de la Libertad) de Castel Gandolfo,
adonde se trasladó el pasado 6 de julio para transcurrir un breve periodo de
reposo. Está previsto que regrese al Vaticano el próximo domingo.
Frente al Palacio Apostólico de la Villa Pontificia, un palacio
fortificado del siglo XVII a orillas del lago Albano, el Pontífice centró su
reflexión en una pregunta clave en relación al Evangelio del día. (Lucas 10,
25): “Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?”.
“El Evangelio de hoy comienza con una bellísima pregunta
dirigida a Jesús: ‘Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?’”,
comenzó diciendo el Papa.
“Estas palabras expresan un deseo constante en nuestra vida: el
deseo de salvación, es decir, de una existencia libre del fracaso, del mal y de
la muerte”, explicó después.
A continuación, señaló que lo que
el corazón del hombre espera “se describe como un don que se hereda”. Y agregó:
“No se trata de conquistarlo con la fuerza, ni de implorarlo como siervos, ni
de obtenerlo por contrato. La vida eterna, que solo Dios puede dar, se
transmite en herencia al ser humano como de padre a hijo”.
Por eso –prosiguió–, Jesús responde que para recibir el regalo
de Dios es necesario acoger su voluntad.
“Como está escrito en la Ley: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo
tu corazón’ y ‘a tu prójimo como a ti mismo’. De este modo, correspondemos al
amor del Padre: la voluntad de Dios, de hecho, es esa ley de vida que Él mismo
practica hacia nosotros, amándonos con todo su ser en el Hijo Jesús”, señaló.
Además, recordó la beatificación este sábado en Barcelona del marista Lycarion May, un religioso suizo, educador de los pobres en
España, que fue martirizado durante las revueltas populares de 1909.
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