El PRO, la UCR y el partido Fe, del Momo
Venegas, llevaron a algunos manifestantes, la mayoría provenientes de la Capital. Siguieron
el discurso de Macri desde dos pantallas y festejaron sus críticas al
kirchnerismo.
El neo-liberalismo encubierto jamas llenara la plaza de pueblo aunque le presten militantes la UCR y demás de su alianzas. |
Una clásica plaza del pueblo cuando Cristina hablaba. |
“Feliz. Estoy feliz, después de doce
años terribles, puedo disfrutar de una plaza limpia, sin borrachos ni
maleducados”, exclamó Laura, de 53 años, vecina de Congreso, que desde temprano
había llegado a la plaza para escuchar al Presidente, y ahora se apretaba
contra las vallas que separaban la vereda de la avenida Rivadavia, a la espera
de verlo pasar. La plaza estaba tan sucia como siempre, pero a su alrededor
casi no había manifestantes, por lo que podía acomodarse con holgura para
lograr una mejor vista del desfile de Granaderos, que ya asomaban por Avenida
de Mayo. Para ella, Macri –que pasaría minutos después, casi inadvertido,
detrás de los vidrios polarizados del auto presidencial– llegaba a su primer
discurso inaugural de sesiones ordinarias “afrontando con humildad el desastre
que le dejaron”. Laura ansiaba una apertura dedicada a “demostrar qué tan mal
está el país”, contó. En sintonía con el público que desde la plaza siguió con
atención las palabras del Presidente y aplaudió con fuerza cada pasaje crítico
respecto del gobierno anterior, encontró satisfechas sus expectativas.
Los autoconvocados que
respondieron al llamado macrista a movilizarse –que en las redes llevó el
hashtag #1MVamosJuntos– no superaron el millar de personas, que se repartieron
a lo largo de Rivadavia, desde Entre Ríos hasta Sáenz Peña, a ambos lados de la
calzada, bajo un cielo plomizo. El público siguió el discurso a través de dos
pantallas (no tan gigantes), sin que prácticamente ninguna bandera les tapara
la visión. Entre los manifestantes, llegados en su mayoría desde distintos
barrios de la Capital ,
se mezclaban militantes del PRO, la
UCR y el partido Fe, del Momo Venegas, que adornó las rejas
de la plaza con varios pasacalles con la leyenda “¡Fuerza presidente!”. La
columna más numerosa provenía de Tres de Febrero, terruño del macrista Diego
Valenzuela.
Un fuerte operativo policial
se desplegó sobre la calzada, con una decena de camiones blindados y un cordón
de infantería armada. Minutos antes del discurso, la Policía Federal
protagonizó una represión contra bancarios, que igualmente lograron entrar
dentro de la zona y realizaron en simultáneo un acto de protesta (ver aparte).
La
nota musical la pusieron militantes del PRO de la Comuna 4. Vestidos con los
colores de Boca, montaron una orquesta de bombos y trompetas y entonaron
melodías de cancha, sin letra. Más de un autoconvocado se detuvo a sacarse una
selfie con ellos. Para sorpresa de varios, a las once y veinticinco, las
pantallas comenzaron a transmitir la sesión. La voz de la vicepresidenta, Gabriela
Michetti, provocó una avalancha sobre la plazoleta. “Yo pensé que pasaba, pero
ya está ahí, mirá”, le dijo una joven PRO a su acompañante, señalando las
pantallas, donde se veía a Macri entrar en el recinto.
“Lo amo”, reaccionó Emma,
jubilada, de Barracas, cuando el Presidente comenzó a hablar. Envuelta en una
bandera argentina –de las pocas que se vendieron ayer–, aclaró que su devoción
no le impide reconocer que “a veces” se equivoca. “Se apura un poco, porque es
un hacedor, pero después se arrepiente y lo corrige. Eso lo valoro”, dijo y
siguió atenta al discurso. “Es como cuando gastás y gastás con la tarjeta”,
explicó María Cristina, de Villa Urquiza, consultada sobre las primeras medidas
del Gobierno, “después tenés que pagar y pagar, y es lógico que venga una
economía de guerra”.
Los pasajes más aplaudidos
fueron aquellos en los que Macri criticó los doce años de kirchnerismo. “¡Sí se
puede, sí se puede!”, se emocionó una mujer cuando el Presidente habló de
“despilfarro”. “Ya se pudo, doña, ya se pudo”, la paró en seco otra.
En la plaza no faltaron
quienes fueron también a repudiar al Gobierno.
–Son todos unos vendepatria.
¡Traidores, están entregando la patria! –gritaba Ernesto, jubilado, parado
sobre una de las vallas.
–Calmate, sos el único K hoy,
mi amor –le respondió una mujer que pasaba al lado–. Vas a terminar en el
manicomio.
–Para ellos la política es el
piquete –intervino un policía que seguía la discusión, para darle la razón a la
mujer.
Desde
el Gobierno evitaron difundir estimaciones sobre el número de manifestantes. En
un video que circuló durante la tarde, se lo vio al Presidente lamentarse por
el mal clima, que habría aguado la fiesta. Por la represión a los bancarios,
debió desviar el tradicional trayecto que vuelve desde el Congreso a Casa
Rosada por Rivadavia en sentido opuesto al tránsito, por lo que los
autoconvocados tampoco tuvieron oportunidad de saludarlo en su retirada.
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