SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



jueves, 16 de junio de 2016

El SABER nos HARA LIBRES: El Celibato, existen en el mundo ejemplos vivientes de que ser cura es compatible con tener mujer e hijos.


De hecho, en las primeras comunidades cristianas hasta los obispos se casaban y sobre sus esposas presenta el Nuevo Testamento una normativa concreta (1 Timoteo 3, 1 ss; Tito 1, 5 ss). La idea del celibato eclesiástico no es anterior al Bajo Imperio y, en cualquier caso, no logró imponerse -con fuertes resistencias- hasta el Medioevo.

Se trata, pues, de una norma disciplinar impuesta en un momento determinado por la Iglesia. Como tal, no afecta al núcleo de la fe y, por lo tanto, puede ser derogada en cualquier momento por el Papa. De hecho, en todas las demás Iglesias cristianas, el celibato, cuando existe, es opcional. Es decir, los sacerdotes ortodoxos, anglicanos y protestantes pueden casarse o permanecer célibes. En cambio, en la Iglesia católica, el celibato es obligatorio, es decir una conditio sine qua non para poder ser cura.

Aunque las cifras oficiales no se conocen, porque la Iglesia las mantiene en secreto, se calcula que hay en todo el mundo unos 100.000 sacerdotes que tuvieron que colgar la sotana para poder casarse. En España, unos 6.000. Ante la invernía vocacional que sigue sufriendo, sobre todo en Occidente, muchos se preguntan por qué se empeña la Iglesia católica en seguir manteniendo la ley del celibato obligatorio. Unos dicen que proporciona al clero una mayor libertad y disponibilidad. Otros creen que se trata de una simple cuestión económica: es más fácil de alimentar y manejar un ejército de 400.000 curas célibes que casados.

En cualquier caso, aunque teóricamente se muestra inflexible, la jerarquía de la Iglesia suele hacer la vista gorda ante las infidelidades sexuales de sus propios curas. En África y en Latinoamérica, donde el celibato es un contrasigno, muchos curas viven con sus mujeres en las casas parroquiales. Además, la propia Iglesia católica acepta una serie de excepciones a su propia regla.


Por ejemplo, con los curas casados anglicanos que se pasan a la Iglesia católica y siguen ejerciendo. Lleva alianza de casado en el dedo anular y luce alzacuellos y clergyman, la típica indumentaria de los curas. Y como tal ejerce, desde hace tres años, en la parroquia del Espíritu Santo de Los Gigantes (Tenerife). Evans D. Gliwitzki está casado con Patricia, tiene dos hijas y tres nietos, pero es sacerdote católico con todas las de la ley. Celebra misa, confiesa e imparte los sacramentos, pero vive con su mujer y es doblemente padre. Espiritual y carnal. Y luce su doble condición con orgullo y total normalidad. Ejemplo viviente de que ser cura es compatible con tener mujer e hijos.

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