Tras los Acuerdos de París y la divulgación pública de datos alarmantes sobre el estado de salud de nuestro planeta, más de 70 grandes ciudades de todo el mundo se han comprometido a poner fin a su dependencia de los combustibles fósiles, con el objetivo final de convertirse en ciudades cero emisiones para 2050. Entre ellas, 20 ciudades han creado una alianza con objetivos aún más ambiciosos: la CNCA (Alliance of Zero Emission Cities).
Pero Copenhague, una ciudad de turbinas eólicas, bicicletas y transporte público de calidad, líder mundial en sostenibilidad durante años y Capital Verde Europea 2014, cree que puede (y debe) ir aún más lejos: tiene la intención de hacer este cambio en sólo seis años, para 2025.
Para aquellos que piensan que Copenhague es demasiado ambiciosa y que realmente no se necesita ir tan rápido, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático del IPCC dijo que la humanidad sólo tiene 12 años para detener los efectos desastrosos del cambio climático e impedir que los escenarios apocalípticos de las películas de Hollywood se conviertan en realidad.
Los hechos son claros y terriblemente alarmantes, pero la mayoría de la población y los gobiernos del mundo siguen actuando, consumiendo y contaminando como si no pasara nada. La ciudad de Copenhague pretende invertir este peligroso rumbo, demostrando que una alternativa no sólo es posible sino también atractiva y que quiere conducir al resto del mundo hacia un futuro sostenible.
Cómo se convertirá Copenhague en una ciudad cero emisiones.
La estrategia de la ciudad se centrará en tres puntos clave: la reducción del consumo de energía, la producción de energía a partir de fuentes renovables y el fomento de la movilidad sostenible y las bicicletas.
Reducción del consumo de energía.
Reducción del consumo de energía y eficiencia energética. Hay que reducir y consumir mejor la energía. Un cambio que tiene que ser no sólo tecnológico, sino sobre todo sociocultural.
Para alcanzar este objetivo, se trabajará principalmente en la eficiencia energética de los edificios de viviendas existentes y en la creación de un modelo de ahorro de energía en las empresas y en el sector de los servicios.
Paralelamente a la intervención en los edificios existentes, se promoverá la construcción de nuevos edificios como modelo de eficiencia energética y reducción del consumo, con el fin de crear objetivos cada vez más ambiciosos.
Todo apoyado en el uso de la tecnología para desarrollar un proyecto de ciudad inteligente en el que una infraestructura digital recoja datos públicos sobre el consumo de electricidad y calor, mejorando la eficiencia y minimizando los residuos.
El ahorro de energía y la eficiencia energética no les permitirá abandonar definitivamente los combustibles fósiles. Durante los últimos 100 años, la ciudad (y Dinamarca en su conjunto) ha dependido de un sistema de producción de calor centralizado por distritos, en lugar de por hogar, reduciendo las emisiones de CO2 en un 50%.
El objetivo es lograr que el modelo de distrito sea cero emisiones para el año 2025, creando un sistema de energía flexible basado en la energía eólica, la biomasa, la energía geotérmica y los residuos. La ciudad inteligente gestionará estos flujos de energía permitiendo satisfacer las diferentes necesidades energéticas de los ciudadanos y las empresas en un día.
Copenhague quiere que su sistema de reciclado sea extremadamente eficiente, en particular para los plásticos que requieren un tratamiento especial y no pueden incinerarse. Otro punto importante será la separación de los residuos orgánicos que serán tratados en plantas especiales de biogás. Toda la cadena de tratamiento de residuos se controlará en un nuevo centro de última generación donde las nuevas tecnologías maximizarán el reciclaje y eliminarán las emisiones nocivas.
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