SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 16 de agosto de 2019

Un tipo de antibiótico evitaría que nos operaran de apéndice-

Durante los últimos cien años, el tratamiento estándar para la apendicitis ha sido la cirugía. Pero ahora un estudio finlandés proporciona la mejor evidencia a la fecha de que la mayoría de los pacientes pueden ser tratados tan solo con antibióticos.

El estudio, publicado a mediados de junio en JAMA, incluyó a 530 pacientes de 18 a 60 años de edad, que aceptaron que su tratamiento – antibióticos o cirugía – fuera decidido al azar.
Según los resultados de los investigadores, tres de cada cuatro personas que recibieron antibióticos se recuperaron fácilmente. Y ninguno de los que se sometieron a cirugía después de haber tomado antibióticos empeoró por haber esperado.
“Ha llegado el momento de considerar el abandono de la apendicetomía de rutina en pacientes con apendicitis sin complicaciones”, observó el doctor Edward H. Livingston, cirujano y editor de la publicación JAMA (quien no participó en el estudio), en un editorial que acompaña el informe.

Sin embargo, el doctor Philip S. Barie, cirujano del Colegio Médico Weill Cornell, señaló que los antibióticos no fueron suficientes en más de una cuarta parte de los pacientes del nuevo estudio, y que la tasa de fracaso era inaceptable.
Los pacientes deben someterse a una operación sencilla y segura para que les extirpen el apéndice, recomendó, y así resolver el problema de manera rápida y permanente.
El nuevo estudio aparece en medio de crecientes inquietudes sobre el uso sistemático de la cirugía para tratar la apendicitis, que afecta a unos 300.000 estadounidenses al año. Uno de cada diez adultos sufre el padecimiento en algún momento de la vida.
La doctora Paulina Salminen, cirujana del Hospital Universitario de Turku, Finlandia, y autora principal del estudio, subrayó que los resultados sólo se aplican a casos de apendicitis sin complicaciones. Ella y sus colegas excluyeron de las pruebas a los pacientes con casos complicados (20 por ciento del total) que incluían apéndice perforado, abscesos abdominales y casos de apendicolito (acumulación orgánica que bloquea el apéndice inflamado).
El doctor Livingston empezó a preguntarse sobre el papel de la cirugía hace diez años, después de haber operado a un joven con apendicitis que tuvo una recuperación complicada.
Al revisar la bibliografía médica, encontró que buena parte de la investigación inicial había sido realizada por el patólogo Reginald H. Fitz, quien en 1886 investigó por qué moría la gente de infecciones pélvicas.
El doctor Fitz examinó reportes de autopsia y encontró que muchos pacientes tenían el apéndice inflamado. Eso lo llevó a la conclusión de que el apéndice puede lesionarse, infectarse y luego gangrenarse. Por último, teorizó, una infección fatal se propaga por toda la pelvis.
En los años cincuenta, poco después del descubrimiento de los antibióticos, algunos médicos reportaron haber tratado exitosamente casos de apendicitis con ellos. Pero, como señaló el doctor Livingston en su editorial, “es tan poderoso el beneficio percibido de la apendicetomía para tratar la apendicitis que el tratamiento quirúrgico es indiscutido, y al parecer hay poco interés en estudiar el problema”.
Livingston también encontró que la mayoría de apéndices que se perforan ya lo han hecho en el momento en que el paciente llega a la sala de urgencias, y que aquellos que no se han perforado cuando el paciente busca ayuda médica, casi nunca llegan a perforarse.
Él concluye que las personas con apendicitis sin complicaciones parecen tener una enfermedad diferente; una enfermedad que puede tratarse con antibióticos.
“La razón por la que extirpamos el apéndice de urgencia es la creencia, que data de 1886, de que con el tiempo éste puede gangrenarse y provocar un absceso pélvico”, explica Livingston.
Pero, aún con los resultados del estudio finlandés, perduran muchas interrogantes. Según indicó la doctora Salminen, los investigadores decidieron realizar cirugía abierta en lugar de la cirugía laparoscópica, el procedimiento más común, con el fin de que los resultados fueran generalizables a lugares en los que la cirugía laparoscópica no está disponible.
Añadió que aunque eso era una “debilidad” del estudio, la mayoría de las complicaciones quirúrgicas se debieron a infecciones en el sitio de la incisión, lo que también podría ocurrir en la cirugía laparoscópica.
Barie afirmó que la decisión de no emplear cirugía laparoscópica, que tiende a ser más segura que la cirugía abierta, perjudicó los resultados del estudio.
Los investigadores también decidieron darles a los pacientes que tomaban antibióticos tres días de medicamentos intravenosos en el hospital, seguidos de una semana de pastillas de antibióticos en casa. Eso, admite Salminen, probablemente fue más de lo necesario.
Un grupo estadounidense está planeando una prueba clínica para comparar la cirugía laparoscópica y un antibiótico menos potente que el usado en el estudio finlandés, administrado ya sea mediante una inyección seguida por pastillas o como infusión intravenosa durante un día también seguida por píldoras.
Las personas que han tenido un episodio de apendicitis tienen más riesgo de tener otro. El equipo estadounidense también tratará de evaluar si esos pacientes se inclinan más a acudir a la sala de urgencias para una tomografía cada vez que experimentan síntomas abdominales moderados.
Es posible que, a fin de cuentas, sea más costoso para el sistema médico tratar a estas personas innecesariamente que simplemente extirparles el apéndice con cirugía laparoscópica a la primera señal de apendicitis.
“Obviamente, la apendicitis puede tratarse con antibióticos”, afirma el Dr. David Flum, cirujano de la Universidad de Washington que será el investigador principal de ese estudio. “Pero, ¿desde el punto de vista del paciente, debemos hacerlo?”

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