SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



miércoles, 21 de agosto de 2019

Senegaleses en Argentina, engañados por sus compatriotas, victima del trafico de personas-

la Justicia procesó y encarceló a una red de senegaleses que operan en Argentina por el delito de tráfico de personas. Las víctimas fueron sus propios compatriotas.
Fueron unos 80 en total. Engañados y bajo el compromiso de pagar casi 6.000 dólares americanos y después de un largo y fatigoso viaje -que incluía sobornos, pasaportes falsos y hasta cruzar a nado ríos fronterizos- ingresaban al país de manera ilegal para ser explotados por la organización.

Las víctimas, lejos de recibir el trabajo prometido en empresas, hoteles y restaurantes, eran obligados a vender en puestos callejeros de mercadería ilegal, sin recibir prácticamente nada hasta saldar la deuda contraída con los traficantes.
Tanto es así que en uno de los doce allanamientos ordenados por el juez federal Marcelo Martínez De Giorgi, los investigadores del Departamento Unidad Federal de Investigaciones Especiales de la Policía Federal Argentina encontraron ocultos en la vivienda del jefe de la banda mafiosa unos 61 pasaportes adulterados de ciudadanos senegaleses que habían hecho ingresar a la Argentina de manera clandestina a través de pasos fronterizos con Brasil.

Otras once víctimas fueron rescatadas mientras eran explotadas en puestos ambulantes de localidades porteñas de Flores y Liniers o en provincias como Misiones.
Las víctimas fueron las que permitieron desbaratar a la banda mafiosa gracias a los descarnados relatos que realizaron en primera persona. La causa revela la realidad de la esclavitud de la era moderna: la Argentina es una escala de los traficantes de personas.
El Ministerio de Seguridad de la Nación,  reconoció que "este es un logro muy importante para nosotros ya que es el primer caso en la Argentina en donde senegaleses terminan procesados y con prisión preventiva por el delito de tráfico de personas".
La falsa promesa de ser refugiado

La investigación, según describe Martínez De Giorgi, comenzó por una denuncia realizada el 14 de febrero de 2018 por el entonces subdirector de la Dirección Nacional de Migraciones y presidente de la Comisión Nacional para los Refugiados (CONARE), el abogado Julián Curi.
Ante la CONARE, cinco senegaleses que buscaban ser beneficiados con el status de refugiados relataron con lujo de detalles la maniobra a través de la cual ingresaron al territorio nacional de manera irregular con el apoyo logístico de la organización trasnacional con bases en la Argentina.
Primero eran contactados en Dakar, capital de Senegal, por un cómplice de  la banda. La promesa que recibían era que una vez que entraran a nuestro país, además de trabajo -gracias al cual saldarían rápidamente la deuda económica con los delincuentes- conseguirían gracias a sus contactos ser considerados como refugiados y tiempo después, obtendrían el preciado certificado de residencia precaria, algo que nunca sucedió.
Antes de salir de su país, cada uno de los senegaleses recibía un pasaporte falso de la República de Gambia, país de África occidental.
La salida de Senegal se realizaba con esos pasaportes truchos. Había un truco. Ese pasaporte era la puerta de entrada a Latinoamérica: los ciudadanos de Gambia pueden ingresar a Ecuador sin el visado consular. Ecuador, sin embargo, era la primera de muchas paradas para los futuros esclavos después de salir del continente africano.
El "representante" senegalés del líder de la organización en Argentina era Ibou Diagne, quien está acusasdo de exigirle a cada uno de los "reclutados" la suma de 2.700.000 francos CFA -al cambio actual 4.617 dólares- una cifra impagable para los empobrecidos hombres que buscaban un futuro venturoso en América.
También le solicitó cuatro fotos y el pasaporte senegalés. No lo sabían, pero ese documentoles iba a ser retenido al ingresar a la Argentina hasta pagar la deuda.
Todo lo requerido se lo entregaron a otro integrante de la organización, identificado en la causa como Aliou Djigo.

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