SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 1 de agosto de 2025

Continua el MISTERIO SOBRE SOCRATES, ¿éxito? ¿fue una construcción literaria de Platón?

 

Sócrates decidió no escribir nunca sobre sus ideas sino dedicarse al diálogo en la plaza pública o en el Gimnasio, con amigos o conciudadanos, o incluso con aquellos que habían llegado a Atenas desde distintos lugares.



Fruto de la democracia, el diálogo supuso la alternativa al lenguaje dogmático. La verdad no se desvelaba en la palabra del rey o el sacerdote sino en la coincidencia de los hombres a través de un enfrentamiento de opiniones.

La consecuencia de ese gran método que puso en práctica, dentro del ámbito de la sofística, con la que fue confundido en ocasiones, es que dependemos totalmente de los testimonios que quedan sobre lo que él dijo. Y esos testimonios no coinciden plenamente entre sí. Los hay desde la crítica más feroz (Aristógenes de Tarento y Espíntaro, por ejemplo), pasando por el ridículo de la comedia (Aristófanes en Las Nubes) donde es presentado cómicamente como el sofista que introduce una educación "moderna" que corromperá a la juventud.



Sin olvidar a Jenofonte, que refleja en sus Recuerdos a un hombre más bien mediocre, en el que no adivinamos de dónde pudo surgir su gran influencia posterior. También el retórico Polícrates señala a Sócrates, peyorativamente, como el genio malo de Alcibíades.

Incluso las llamadas escuelas socráticas menores, cínicos, megáricos, estoicos y epicúreos, apenas si están de acuerdo en admirarle como a una especie de santón y procurar seguirle más bien en la austeridad y en los modos de su vida. No tanto en el contenido de su pensamiento, si es el que se le ha atribuido.



Y con esto llegamos a Platón. En sus diálogos, que es además un corpus literario-filosófico que se conserva íntegro, encontramos a Sócrates como centro de la vida ateniense en su vertiente cultural, entre los más renombrados sofistas contemporáneos pero también con otros afiliados a otros círculos filosóficos, eleatizantes, pitagóricos… y también con los jóvenes que aun siendo clientes de la enseñanza sofística siguen junto a él con agrado una discusión bien conducida o el análisis sutil de una idea, como Alcibíades o el mismo Jenofonte.

En los diálogos encontramos detallados rasgos biográficos, incluso físicos, y la más rigurosa exposición de sus ideas y su método. Que yo sepa, es un caso raro y probablemente único que un discípulo dedique toda su extensa obra, libro por libro, a la figura, la vida y el pensamiento de su maestro.



Y si hacemos el ejercicio imaginativo de suprimir totalmente la figura histórica de Platón, ¿seguiríamos concediendo a Sócrates la importancia que ahora tiene para nosotros?

Se podría acudir al testimonio de Aristóteles, más ecuánime, que trató de distinguir entre el pensamiento platónico y el socrático, pero, si seguimos con nuestra hipótesis de trabajo de la no existencia de Platón, de ella se sigue que Aristóteles no acudió nunca a la Academia, y no sabemos tampoco si hubiera ido a Atenas. En cualquier caso podemos suponer que no hubiera dejado de ser un gran naturalista, pero desde luego no se hubiera ocupado de la filosofía primera y probablemente tampoco de la lógica.

En fin, creo que tratar de separar a Sócrates de Platón es una tarea muy problemática. Sobre todo si nos atenemos estrictamente a los datos y hechos históricos.

Es indudable, según ellos, que Sócrates existió, y podemos suponer por tanto que no fue simplemente un personaje de Platón, aunque en realidad es así como se nos presenta.

 

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