-Todas las imágenes son de viñedos argentinos-
En una primera aproximación
podemos decir que un alimento es cualquier sustancia, comida o bebida, que los
seres vivos toman para su nutrición. Precisando, un alimento es definido como
toda sustancia administrada al organismo, habitualmente ingerida por vía oral
aunque en ciertos casos puede administrarse por otras vías, que contiene macro
y micronutrientes susceptibles de contribuir a las necesidades del organismo
humano, es decir con fines nutricionales, pero también sociales y psicológicos.
Nutricionales, porque
proporciona materia y energía para el anabolismo y mantenimiento de las
funciones fisiológicas. Sociales, porque favorece la comunicación, el
establecimiento de lazos afectivos, las conexiones sociales y la transmisión de
la cultura. Y psicológicos, porque mejora la salud emocional y proporciona
satisfacción y obtención de sensaciones gratificantes.
Vista esta definición, no
cabe la menor duda de que el vino es un alimento, ya que por un lado contiene
macronutrientes (hidratos de carbono y algunas proteínas) que aportan energía,
y por otro micronutrientes como sales minerales, oligoelementos e incluso
vitaminas. Además de favorecer la comunicación, las conexiones y las relaciones
sociales, proporcionar placer y satisfacción. Si hay un producto que cumple
punto por punto la definición de alimento ese es, sin discusión, el vino.
Para conocer el valor
nutricional de los alimentos habitualmente se estudia su composición química
por 100 gramos
o mililitros. Sin embargo para el vino conviene realizar un análisis de un
litro. El vino no contiene fibra y el 90%, aproximadamente, es agua. Veamos de
que está compuesto el otro 10% restante.
Bajo contenido en
proteínas: Las proteínas suelen
ser escasas en el vino, tan sólo entre uno y dos gramos por litro. Esta pobreza
proteínica del vino, al contrario que en el zumo de uva, se debe a la
clarificación a la que se somete en su elaboración. Al ser la cantidad diaria
recomendada de proteínas de un gramo por kilo de peso corporal, resulta que el
vino no es una fuente excepcional de esta sustancia.
Sin azúcar añadido: En cuanto a los hidratos de carbono en el vino
pueden encontrarse en proporción variable en función del tipo de vino que se
elabora. Durante la fermentación alcohólica la mayor parte de azúcares del zumo
de uva se transforman en alcohol, gracias a la acción de las levaduras. En el
vino tinto, los azúcares residuales como la glucosa y fructosa son poco
importantes y representan entre dos y tres gramos por litro. En los vinos
blancos, los porcentajes pueden ser más importantes.
Además de los azúcares
(glúcidos), el vino suele contener otros azúcares como el denominado alcohol de
azúcar, que es un es un carbohidrato procedente del alcohol. En todo caso,
salvo vinos dulces, abocados, semisecos, ligeramente dulces o los generosos
dulces, la mayor parte de vinos presentes en el mercado actualmente son vinos secos
con bajo contenido en azúcar y en todo caso el azúcar del vino siempre en
natural nunca añadido.
0% grasas: Otra sustancia nutritiva son los lípidos (grasas).
Son aquellos compuestos químicos formados, fundamentalmente, por mezclas
orgánicas de ácidos grasos. El vino no contiene lípidos. Y es importante que no
posea este compuesto porque acarrearía la aparición de un gusto desagradable.
El único riesgo son las semillas de las uvas que machacadas pueden liberar el
aceite que contienen. Es por lo que, en algunas ocasiones, la copa aparece con
cierto aspecto graso en sus paredes una vez que el vino ha sido consumido.
El alcohol y sales
minerales: El alcohol es otra
de las sustancias que aparece en el vino. Es importante señalar que el grado
alcohólico de un vino se establece en función de la tasa de azúcar que hay en
las uvas durante la cosecha. Además, es necesario saber que el alcohol que
contiene un vino disminuye con el tiempo. La graduación alcohólica del vino nos
indica la proporción de alcohol contenida en una botella. Por ejemplo, un vino
con un 14%, contiene 105 ml. de alcohol por cada botella de 750 ml. o unos 140
ml. por litro.
El vino contiene mayoritariamente alcohol etílico, pero también
podemos encontrar otro tipo de alcoholes presentes: Glicerina, Metílico,
Eritritol y otros poli-alcoholes. Las sales minerales otorgan el característico
sabor salado del vino. El vino contiene de 2 a 4 gramos de sal por litro. Los minerales que
podemos encontrar en el vino son: Potasio, Sodio, Calcio, Cloro, Azufre, Flúor,
Silicio, Yodo, Bromo y Boro. Algunos de estos elementos son muy escasos en los
alimentos de consumo habitual.
El vino también cuenta con
unos pequeños elementos nutricionales u oligoelementos, como Hierro, Cobre,
Zinc y Manganeso. Algunos vinos son ricos en hierro, lo que facilita una buena
absorción intestinal. El vino también puede contener elementos poco deseables
como aluminio, plomo e incluso arsénico, aunque en proporciones prácticamente
despreciables. En el caso de las vitaminas, en
el vino encontramos presencia de la
B 12, B6 y B2, aunque eso si, en una baja proporción. Se
observa ausencia total de vitamina C, pese a estar presente en la uva.
Los esenciales
polifenoles: La concentración
de polifenoles en el vino es uno de los aspectos más interesantes. Así, en el
vino blanco tan sólo se encuentran algunos miligramos, sin embargo, el tinto
arroja cantidades de 1, 2 e incluso 3 gramos por litro. Los polifenoles están en
principio concentrados en la piel de la uva, en las semillas y en los escobajos.
Son los polifenoles los que
confieren al vino ese efecto de prevención cardiovascular. Entre los fenoles
distinguimos: ácidos fenoles o ácido fenólico, flavonoides (o factor vitamínico
P), antocioanos, flevanos, taninos, quinonas y resveratrol.
En el vino también
encontramos ácidos minerales como tártrico, málico y salicílico; ácidos, todos
ellos, que contribuyen a hacer del vino un líquido alcohólico ácido, cuyo Ph
está entre 2 y 3, es decir, una acidez próxima a la del estómago. De esta
forma, se facilita la digestión de las proteínas alimenticias, de ahí que el
hecho de que el vino acompañe a las comidas no es casual y tiene también su
razón desde el punto de vista químico-nutricional.
Fuente: Facultad de Nutrición de la UMaza, Guaymallen, Mendoza, Argentina.
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