SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



lunes, 5 de septiembre de 2016

HOY 5 de septiembre se celebra en Buenos Aires el Día del Lunfardo.


Aceitar: Sobornar. /  Afilador: Cortejante. / Agachada: Deslealtad, vileza. / Ana-Ana: Por mitades.  / Azotea: Cabeza ; tener gente en la azotea ; facultades mentales alteradas. / Betún: Soborno. / Bisagra: Alcahuete. / Boleta: Hacer boleta, matar /  Brilllos: Alhajas. /  Cadenero: Proxeneta. / Dar dique: Engañar con falsas apariencias. / Guitarrear: Improvisar con desconocimiento total. / Hilo: Teléfono. 
Desde el 2000, todos los 5 de septiembre se celebra en Buenos Aires el Día del Lunfardo. Por iniciativa del periodista Marcelo Héctor Oliveri, miembro de la Academia Porteña del Lunfardo, la fecha conmemora el día de publicación de “Lunfardía”, libro de José Gobello, cuya primera edición en 1953 impulsó la valorización y el interés lingüístico de la jerga popular.

El origen del habla popular de la Argentina debe buscarse en las zonas marginales de la sociedad de fines del siglo XIX, específicamente en los sectores del hampa porteño. No es casual, entonces, que los primeros estudiosos de la jerga fueran funcionarios policiales (como Dellepiane o Fray Mocho) y tampoco que se la haya definido como una “lengua de los delincuentes”.
La palabra “lunfardo” tendría su origen en el gentilicio “lombardo”, término que llegó a ser sinónimo de ladrón porque los lombardos fueron, en el siglo XVIII, usureros y prestamistas, actividades por entonces impopulares. En esta línea, José S Álvarez “Fray Mocho”, en sus “Memorias de un vigilante”, menciona el “Mundo Lunfardo”, para citar un catálogo de actitudes delictivas de su tiempo.


Entre 1933 y 1953, la jerga sufrió un ataque de sectores conservadores de la sociedad, que rechazaban su transmisión en el medio radiofónico. Esta proscripción, cuyo momento más fuerte fue en 1943, hizo que muchos tangos tuvieran que cambiar sus letras y títulos: “El bulín de la calle Ayacucho”, con letra de Celedonio Flores pasó a llamarse “Mi cuartito”. La medida, tanto autoritaria como mediocre, causó la mofa de los sectores medios y populares, para quienes el tango en lunfardo era un exitoso producto cultural de consumo cotidiano.

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