Compartimos un fragmento del discurso
de ese día:
Mis
queridas compañeras: Hemos llegado al objetivo que nos habíamos trazado,
después de una lucha ardorosa. Debimos afrontar la calumnia, la injuria, la
infamia. Nuestros eternos enemigos, los enemigos del pueblo y sus
reivindicaciones, pusieron en juego todos los resortes de la oligarquía para
impedir el triunfo. Desde un sector de la prensa al servicio de intereses
antiargentinos, se ignoró a esta legión de mujeres que me acompañan; desde un
minúsculo sector del Parlamento, se intentó postergar la sanción de esta ley.
Esta maniobra fue vencida gracias a la decidida y valiente actitud de nuestro
diputado Eduardo Colom.
Desde
las tribunas públicas, los hombres repudiados por el pueblo el 24 de febrero,
levantaron su voz de ventrílocuos, respondiendo a órdenes ajenas a los
intereses de la Patria.
Pero nada podían hacer frente a la decisión, al tesón, a la
resolución firme de un pueblo, como el nuestro, que el 17 de octubre, con el
coronel Perón al frente, trazó su destino histórico. Entonces, como en los
albores de nuestra independencia política, la mujer Argentina tenía que jugar
su papel en la lucha. Hemos roto los viejos prejuicios de la oligarquía en
derrota. Hemos llegado repito, al objetivo que nos habíamos trazado, que
acariciamos amorosamente a lo largo de la jornada.
El
camino ha sido largo y penoso. Pero para gloria de la mujer, reivindicadora
infatigable de sus derechos esenciales, los obstáculos opuestos no la
arredraron. Por el contrario, le sirvieron de estímulo y acicate para proseguir
la lucha. A medida que se multiplicaban esos obstáculos, se acentuaba nuestro
entusiasmo. Cuando más crecían, más y más se agigantaba nuestra voluntad de
vencer. Y ya al final, ante las puertas mismas del triunfo, las triquiñuelas de
una oposición falsamente progresista, intentó el último golpe para dilatar la
sanción de la ley.
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