"Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer
blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional:
espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia".
El 27 de febrero de 1812 -dos semanas después de su pedido de
adopción de la escarapela-, Belgrano se dirigió nuevamente al Primer
Triunvirato en estos términos:
"Siendo preciso enarbolar bandera, y no
teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste, conforme a los colores de
la escarapela nacional: espero que sea de la aprobación de Vuestra
Excelencia". Observemos que en ningún momento el prócer señala qué
formato tenía la bandera por él creada.
Tampoco dice que la
enarboló, dónde, cuándo, ni si la hizo jurar. Es llamativo que diga
"blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional"
(adviértase el orden de los colores). Recordemos que la escarapela, en
esa época, era blanca en sus bordes y celeste por dentro. Tampoco dijo
que tuviera tres franjas, ni la correspondiente distribución de sus
colores. Es claro que si la hubiera creado con tres listones, así lo
habría indicado al Triunvirato, a fin de que éste pudiera aprobar y
replicar la insignia de su creación en los demás cuerpos patrios.
Ese
mismo día, el Gobierno le ordenó a Belgrano hacerse cargo del Ejército
del Norte, destino a donde éste partió a principios de marzo, sin tomar
conocimiento de que el Triunvirato desaprobaría, luego, la creación de la enseña patria.
Ahora
bien: ¿qué hizo Belgrano con la bandera de Rosario? ¿La dejó en la
guarnición que custodiaba las barrancas del Paraná? ¿O se la llevó
consigo a Jujuy? Las ordenanzas militares y la opinión de varios
expertos en historia militar, sobre todo Juan Beverina, nos transmiten
que las banderas no son de propiedad de los jefes de una unidad. Las
insignias permanecen con esta, pese a los cambios de jefatura que se den
en la fuerza.
Con lo cual, es muy poco probable que Belgrano hubiera llevado consigo esta bandera hacia su nuevo destino, en el norte.
Es más factible que la haya dejado en Rosario, a fin de identificar a
las baterías allí desplegadas, ya que para eso la había instituido,
precisamente. El mismo general José de San Martín, cuando regresó del
Perú, no volvió con la bandera de los Andes debajo del brazo, sino que
ésta quedó con los cuerpos argentinos, hasta su retorno definitivo al
suelo patrio.
Por ello, lo más probable es que la primera
bandera creada por Belgrano haya permanecido en Rosario, hasta que llegó
la comunicación de su supresión. Por consiguiente, no sería de extrañar
que el nuevo comandante de la plaza, comandante Gregorio Perdriel, la
haya retirado y tal vez destruido. Con lo cual, la bandera luego
enarbolada, bendecida y jurada en Jujuy, el 25 de mayo de 1812, debió
haber sido, necesariamente, otra distinta, pero pudo haber guardado
similitud con la originaria, de Rosario.
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